Con el honor rebelde en sus raíces, supo de desvelos y contiendas guerrilleras, porque prefirió vivir del lado del deber y la justicia y, junto a Frank País se volvió empeños, arrojo y dulzura en el seno del movimiento 26 de Julio en su Santiago de Cuba.
Por Marilys Suárez Moreno
Su espíritu nos acompaña y guía, su imagen bonita continúa viva en las tres letras de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y en el trabajo continuador de su relevo, como el primer día de su estreno en la organización que a instancias de Fidel fundara y de la que nunca se ha ido, porque vive en el relevo generacional.
Vilma Lucila, Espín, la joven que protestó contra la ilegalización de su querida Universidad de Oriente, donde fue pionera en los estudios de Ingeniería Química, sin dejar de manifestarse en las calles, cara a cara con los esbirros de la tiranía y que, sin dudarlo, participó en el alzamiento armado del 30 de noviembre de 1956 bajo las órdenes de Frank, como parte de las acciones previstas para la llegada del Granma, convirtiendo su casa en cuartel general del Movimiento 26 de julio hasta su incorporación posterior al Ejercido Rebelde, transformada en guerrillera.