Foto: Cortesía FMC
Por Marilys Suárez Moreno
Forjada al fragor de las movilizaciones populares de aquellos primeros años de Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas, como Fidel quiso que la llamaran, surgió de la decisión resuelta de las mujeres de unirse y organizarse. Y el calendario se detuvo para marcar la fecha señera: 23 de agosto de 1960. Desde el azul y cálido Caribe las cubanas y su Revolución empezaron a escribir una historia diferente a la vivida por las mujeres hasta entonces. Una historia que las beneficiaba a ellas, a sus hijos e hijas, a sus familias.
Fue Fidel, el líder revolucionario casi recién bajado de la Sierra Maestra y la sempiterna presidenta de la FMC, Vilma Espín Guillois sus inspiradores. Ese día nació una organización creada por mujeres por voluntad expresa de ellas mismas. Un suceso único en más de un sentido, pues la Federación de Mujeres Cubanas como se llamó a instancias de Fidel y Vilma, que la comandó desde entonces, devino gran fuerza movilizadora de amas de casa, campesinas, trabajadoras, estudiantes, combatientes y mujeres de todas las edades y credos, unidas en una organización y muy conscientes del rol que les concernía y les concierne en la sociedad.
Se había creado para articular en una organización única todas las cubanas; para trabajar, para luchar, para prepararlas y que pudieran participar activa y efectivamente en los planes que se gestaban por la Revolución, que eran muchos y muy urgentes.
La visión política y el liderazgo que Fidel le imprimió fue determinante en aquel proceso. Era preciso cambiar la mentalidad de las mujeres y de toda la población con respecto a su lugar en la sociedad, pero era necesario también enaltecerlas, dignificarlas, pues Fidel tenía claro que la obra que la Revolución estaba construyendo necesitaba borrar todo rastro de exclusión hacia la mujer. Y así lo planteo en 1962:
“Pero aun cuando desde el punto de vista legal, y desde el punto de vista objetivo, desapareciera todo vestigio de discriminación, quedan todavía una serie de circunstancias de orden natural y de costumbres que hacen importante para la mujer estar organizada, trabajar y luchar”.
La dinámica social de los primeros años de la Revolución y la dirección certera de Vilma, Presidenta y encarnación de esas tres siglas distintivas: FMC, fueron vitales y representativos desde la creación de la Organización como tal. Juntarlas, articularlas y hacer que se integraran al proceso revolucionario no fue tarea de un día, debieron vencerse trabas sociales y de género y echar raíces los preceptos concebidos por Fidel y Vilma para la liberación plena de las mujeres y su dignificación.
La FMC fue la primera organización de masas constituida en el país y una de las más avanzadas y reconocidas entidades de su tipo en el mundo. Vilma dejó en ella su imborrable huella y fue la promotora de los cambios más radicales de cuantos se tomaron a favor de los derechos femeninos y de la niñez cubana.
Organizadas en sus filas las mujeres ocuparon puestos en los más disimiles espacios, catapultándose hacia cuanto de nuevo y renovador se hizo y hace en Cuba
Rebasando los 64 años de su creación y favorecida la presencia femenina en la palestra pública, sitio otrora vedado para ellas, dado el grado de marginación a que estaban sometidas, visibilizaron su obrar y lo trascedente de su aporte. A fin de cuentas, como dijo Vilma, la mujer no ha recibido nada no se haya ganado con su esfuerzo.
La Federación de Mujeres Cubanas continúa siendo ese bastión imprescindible de la comunidad, donde delegaciones y bloques se suman a la atención y apoyo a los barrios y personas vulnerables, así como a muchas otras tareas vitales para la continuidad de la vida en tiempos tan difíciles y complejos como los que vivimos hoy.
Las impulsa el desarrollo de políticas como el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, que resume el sentir y la voluntad política del Estado y da continuidad al desarrollo de la igualdad de género en el país, institucionalizando este derecho.
Otra de sus prioridades se dirige al enfrentamiento a la violencia de género y los derechos de la mujer en la sociedad de nuestros días. Terrenos que mucho hay que abonar y acometer.
Ellas avanzan día a día en pos de su empoderamiento y demuestran su protagonismo en todos los campos de la sociedad, en algunos de los cuales, como la salud, las ciencias, el magisterio y hasta el Parlamento, son mayoría. Es desafío y responsabilidad para la FMC continuar siendo una fuerza decisiva de la Revolución.
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