miércoles, 18 de junio de 2025

Vilma, legado que trasciende


Con el honor rebelde en sus raíces, supo de desvelos y contiendas guerrilleras, porque prefirió vivir del lado del deber y la justicia y, junto a Frank País se volvió empeños, arrojo y dulzura en el seno del movimiento 26 de Julio en su Santiago de Cuba.


Por Marilys Suárez Moreno

Su espíritu nos acompaña y guía, su imagen bonita continúa viva en las tres letras de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y en el trabajo continuador de su relevo, como el primer día de su estreno en la organización que a instancias de Fidel fundara y de la que nunca se ha ido, porque vive en el relevo generacional.

Vilma Lucila, Espín, la joven que protestó contra la ilegalización de su querida Universidad de Oriente, donde fue pionera en los estudios de Ingeniería Química, sin dejar de manifestarse en las calles, cara a cara con los esbirros de la tiranía y que, sin dudarlo, participó en el alzamiento armado del 30 de noviembre de 1956 bajo las órdenes de Frank, como parte de las acciones previstas para la llegada del Granma, convirtiendo su casa en cuartel general del Movimiento 26 de julio hasta su incorporación posterior al Ejercido Rebelde, transformada en guerrillera.

La santiaguera intrépida a la que le tocó vivir en una época marcada por la historia, mientras se forjaba la suya a golpe de noches oscuras de sangre, cuando Cuba se dolía de su tiempo y se crecía rebelde en las montañas orientales. Ella, la dueña de nombres y personalidades como Alicia, Déborah, Mónica, Mariela, con algunos de los cuales nombró después a sus hijas.

La mujer que tomó las riendas de la FMC y con fervor, sencillez y humildad libró desde sus filas quijotescas batallas, haciendo que las mujeres se levantaran contra siglos de discriminación y prejuicios, librando contiendas más difíciles y tenaces, quizás, que las emprendidas en las propias luchas libertarias.

Fue también la defensora de los derechos femeninos, batallando junto a cada cubana por insertarlas en la producción y el estudio, convirtiéndolas en artífices del desarrollo del país y por crear las condiciones económicas, jurídicas, sociales, culturales e ideológicas que les garantizara el pleno ejercicio de la igualdad de la mujer, consagrados hoy.

Vilma es la sensible y audaz heroína que desde siempre proclamó su lealtad a Fidel y a la Revolución y que defendió con ardor los derechos de la mujeres cubanas y del mundo entero, su realización personal y empoderamiento social, parte intrínseca de esa igualdad de género por la que tanto batalló.

La Vilma de voz suave y dulce, cuyo ejemplo es hoy más necesario que nunca, rememorando unas palabras de Fidel, la mujer de suaves modales y recia personalidad, la compañera preocupada por cuanto tenía que ver con la Federación y el quehacer protagónico de las mujeres.

A 18 años de su fallecimiento, el 18 de junio de 2007 su recuerdo pasa por reconocer su vida fecunda, legado, luchas, su entrega a la Organización que fundara y a la propia Revolución, porque en su obra alienta la fuerza y el protagonismo de cada cubana.

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