Por Marilys Suárez Moreno
Su amada eterna, la Patria, supo de sus quebrantos y entrega. “No hay en mí una duda, un solo instante de vacilación. Amo a mi tierra intensamente. Si fuera dueño de mi fortuna, lo intentaría todo por su beneficio: lo intentaría todo”, escribió el Maestro, quien tenía un alto sentido de la amistad y el reconocimiento hacia los suyos y el prójimo.
Amor, respeto y admiración que volcó en su madre, hermanas, esposa y amigos, Fermín Valdés Domínguez y el mexicano Manuel Mercado, y en sus compañeros de lucha en la emigración, pues la amistad y el agradecimiento eran para él sagrados.