Por Aime Sosa Pompa
La vida da oportunidades como estas que intento pixelar hoy. Apuntar con un celular a un objetivo, cercano o distante, es casi ya como la tercera y obligatoria acción de cada día. Pero conseguir de esas imágenes algunas historias cotidianas, es difícil. Cada una de estas instantáneas, ninguna tomada desde el primer intento, tienen una enseñanza, quizás particular, que quiero compartir hoy. Porque sé que mañana pueden repetirse en cualquier pantalla de la geografía humana. Fueron tomadas en La Habana, Cuba, mientras caminaba en busca de un techo seguro, y a mi lado, las crónicas de otros sobrevivientes gritaban por atención. Estas fueron las que más me atraparon, sin esas compasiones lastimosas, pero sí con el sentido de que lo humano nunca es ajeno.