Por Marilys Suárez Moreno
La llamada Gran Guerra Patria, iniciada el 22 de junio de 1941, devino epopeya para la humanidad. Grande fue el precio de esta guerra que, por espacio de seis años, sembró la destrucción, el dolor y la muerte en una inmensa área del planeta. La ex Unión Soviética fue la máxima responsable de esa victoria, que concluyó con casi 55 millones de muertos, 27 millones de ellos, ciudadanos de la extinta URSS.
Cuando se reflexiona sobre el resultado de aquella descomunal batalla de los pueblos, resulta imposible hablar de la derrota del fascismo sin que sobresalga la abnegación y la hazaña sin par del otrora pueblo soviético. Soldados, guerrilleros, obreros, campesinos, intelectuales; hombres y mujeres que conformaron una legión de héroes anónimos, sin cuyo sacrificio no hubiera sido posible el progreso y el desarrollo alcanzado por la Rusia de hoy día, ni la paz que tratamos de salvaguardar a toda costa, puesta en precario ahora mismo por los modernos émulos de Hitler.
El recuerdo de los que pelearon contra el fascismo es imperecedero. La antigua URSS aportó a la derrota nazi fascista más de 35 millones de combatientes rusos, ucranianos y de otras etnias, a los que cada año se rinde tributo con diversas conmemoraciones.
A casi 80 años de la victoria sobre el fascismo en la Gran Guerra Patria, ante las llamas eternas de las lápidas, junto a los caminos y carreteras, en las fosas comunes, al pie de los monumentos, los descendientes de los caídos y la humanidad toda recuerdan la hazaña de los hombres y las mujeres que allí combatieron y cayeron, pero aniquilaron a los invasores.
La victoria sobre el fascismo aportó un histórico viraje al mundo y una nueva Rusia se yergue más fortalecida y dispuesta a preservar aquella página de heroísmo sin par que muchos hoy intentan minimizar, desvirtuar, tergiversar y hasta escamotearle la hazaña.
La derrota nazi presagiaba el comienzo de una era mejor. Pero, ¿acaso en el decurso de estos 79 años --y la práctica histórica así lo demuestra-- ha habido una paz estable? Concordarán conmigo en que la mayoría de los pueblos del orbe han vivido o viven nuevos conflictos, guerras fratricidas y el incremento y la agudización de focos de tensión en distintos puntos de la geografía mundial.
¡Cómo no hablar de paz cuando millares de madres en el planeta han perdido a sus hijos e hijas, generalmente los primeros en caer. No olvidemos que el 60 por ciento de las víctimas entre la población civil durante la guerra de agresión contra Viet Nam eran menores de edad.
Y mucho más cercano en el tiempo, Palestina y sus miles de niños, jóvenes, mujeres y ancianos expulsados de su propia tierra, asesinados, masacrados. Un genocidio que arrasa con la vida de seres inocentes en la Franja de Gaza, sin que hasta ahora mismo la comunidad internacional haya podido frenar la agresión sionista.
Como dijo alguien, las banderas de la gran patria de Lenin solo se inclinarán ante los caídos. La batalla por la vida, el bienestar, la estabilidad y la paz de nuestros pueblos sigue en juego y demanda en su favor mayores acciones y compromisos de los que aman la paz y el bien de la humanidad.
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