Por Marilys Suárez Moreno
Este segundo domingo de mayo tiene la belleza de las flores y de lo que ellas representan, las madres. Imposible pasar por alto una fecha tan señalada como el Día de las Madres sin rendir homenaje o merecido tributo de recordación a la mujer que nos dio la vida, cuidó y educó sin pedir retribución alguna, solo un beso, un abrazo o un “te quiero, mamá”.
No importa qué oficio o profesión tenga o realizara durante su vida laboral activa. Ama de casa, campesina, estudiante o trabajadora, científica, médica, periodista o la más empoderada de las mujeres. Todas, cuando son tocadas por el don de la maternidad, dejan de ser ellas para convertirse en las más abnegadas mamis para sus hijos e hijas.
Ellas, nuestras madres, son el pilar que sostienen nuestras vidas y aun cuando ya no están físicamente, nos siguen acompañando y su recuerdo es impulso y paliativo para continuar adelante, como ellas querrían.