miércoles, 10 de abril de 2024

Siempre el respeto

 


Por Marilys Suárez Moreno

En Cuba, niñas y niños tienen garantizados desde su nacimiento todos sus derechos, incluidos su protección y sano desarrollo. Mas las primeras nociones de convivencia humana las reciben en el hogar, con la familia., donde se sientan las bases de su formación integral, moral, física, estética, laboral, patriótica, ética.

Cuando se habla de amor a la verdad, del principio de la honradez, de la honestidad y la vergüenza ciudadana, cosas tan fundamentales en la vida del ser humano, deben establecerse, como siempre decimos, desde la cuna y, por ende, es muy importante que todo lo que rodee a la niña o niño esté impregnado de esos preceptos, ya sea en el hogar, la escuela o el barrio.

Cada infante es una personalidad diferente y como tal hay que verles y así tratarles. Hablar de las diferencias, pero sin emitir juicios acerca de ellas, favorece la situación y aunque ninguna mamá o papá hace diferencias entre sus hijos e hijas, si les tratamos en ocasiones de manera diferenciada. Y la respuesta es simple. “Es que ustedes son muy diferentes, lo cual es maravilloso. Por eso tengo que tratarlos de manera distinta”.

Lo importante es no dejarse atrapar por las sensaciones de culpabilidad respeto a las diferencias de sentimientos hacia hijos e hijas, que tampoco tienen por qué encontrar en el hecho un problema o una preocupación. A los infantes de familia numerosa, o a los que han sido criados en la cercanía de otros pequeños, les resulta más fácil respetar las diferencias que puedan existir entre las personas y hasta comprenderlas en su justo medio.

Desde la más temprana infancia ha de respetarse el derecho infantil, por ejemplo, a escoger a sus amistades, juegos y gustos o preferencias, dentro de la forma apropiada que va fijando el mismo ambiente en que se desenvuelve la familia.

De ahí la necesidad de valorar la individualidad de los hijos, tanto hembras como varones y comunicarles su noción de cuáles son sus fuerzas particulares. A medida que le den a conocer sus fortalezas, el menor será capaz de entenderlas y valorarlas.

Y aun cuando en lo personal mamá o papá distingan una u otra característica de cada uno de sus vástagos, no resulta necesario ni prudente clasificar negativamente las otras diferencias, las más negativas, quizás .No olvidemos que cada niño o niña demanda de una madre y un padre que crean que los suyos son los más maravillosos del mundo.

Y en cuanto a los menores de la casa, sin duda necesitan escuchar una y otra vez lo que se espera de ellos en la vida y cuan respetuosos han de comportarse siempre. Como seguramente no están todavía en capacidad de incorporarlos, porque carecen de determinada madurez y desarrollo de la personalidad que les permita interiorizarlos conscientemente, el proceso demanda tiempo y mucha paciencia, pero como diría Calviño, vale la pena.

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