Por Marilys Suárez Moreno
“No sé cómo pude casarme contigo. Pareces una vieja con ese moño recogido siempre, pegada al fogón y al fregadero casi todo el tiempo; si no fuera por los muchachos…”. La amenaza de una decisión que la mujer teme más que al esposo desagradecido y egoísta, pende sobre su cabeza.
Diana tiene solo 35 años y cuando
se casó con Renato, hace 15, era una muchacha muy linda, dulce y enamorada.
Hacía poco que había terminado la Universidad y tenía muchos planes y
propuestas de trabajo como ingeniera agropecuaria, pero Renato le prohibió que
trabajara; él ganaba lo suficiente para mantenerla a ella y a los hijos que
vendrían, cuatro a la fecha.