Por Giselle Ramírez Duran
“Fumando espero al hombre que yo quiero…”, así entonaba Sara Montiel mientras espiraba lentamente el humo de su cigarro. Numerosas publicidades han utilizado esta canción --eso sí, ya sin la famosa actriz--, casi siempre acompañada de símbolos de peligro para advertir sobre los daños que ocasiona el tabaquismo.
Este hábito, sumamente dañino, es reconocido por la OMS como una de las principales causas de mortalidad por enfermedades prevenibles. De acuerdo con estadísticas de salud, anualmente mueren alrededor de cinco millones de personas por patologías relacionadas con el hábito de fumar.
¿Sabías que es uno de los hábitos que desarrollamos desde edades tempranas?
El tabaquismo no solo pone en riesgo la salud de niños y niñas, sino que puede generar cambios en su aprendizaje y en el desarrollo de su personalidad. La adolescencia es una de las etapas del ciclo de la vida, caracterizada por múltiples vulnerabilidades, donde los jóvenes buscan su propia identidad e independencia. Es en esa búsqueda, con el afán de experimentar e intentar nuevos caminos, que aparecen innumerables riesgos. Investigaciones realizadas mundialmente demuestran que el 20 % de los adolescentes de diferentes países refieren ser fumadores activos; haber experimentado el consumo de cigarros, por primera vez, alrededor de los 13 años y los que no fuman, no niegan la posibilidad de comenzar en un futuro próximo. En Cuba, artículos recientemente publicados definen la edad de inicio alrededor de los 12 años, el 24% de la población mayor de 15 años fuma y mas del 50% está expuesta al humo continuamente.
¿Por qué fuman desde edades tempranas, qué podemos hacer para evitarlo?
Es necesario conocer las características biológicas y psicológicas de estas edades, etapa en la cual el grupo de amigos tiene especial significado. La presión por ser aceptado y sentirse parte del grupo es, generalmente, uno de los motivos de inicio, así como la asistencia a lugares donde es habitual fumar. Fumar puede ser reconocido como un indicador de adultez o autoridad frente a los demás. Lo cierto es que se pasa de la experimentación a la adicción con facilidad, debido a que el cerebro aún está desarrollándose y la nicotina es una sustancia química altamente adictiva. Como consecuencia, aumenta el número de cigarros a consumir y el riesgo a padecer enfermedades asociadas.
Aprenden por imitación, por lo que es sumamente importante el ejemplo de la familia y las actitudes que ven en casa para enfrentar estas situaciones. Algunas de las medidas que recomendamos son:
Mantener el hogar libre de cigarrillos. En caso de que existan personas que fumen, deberán proponerse reducir su consumo, realizarlo fuera de casa o suspenderlo en beneficio propio y de su familia. Conocer sobre las actividades y relaciones de nuestros hijos e hijas nos permitirá ayudarles a sortear los riesgos a los que, indudablemente, se verán sometidos, como presiones, condicionantes o burlas del grupo de amistades. Es muy importante el uso adecuado y protegido de las tecnologías para su distracción, respetar los horarios de programación infantil o materiales preparados para su edad, evitar que se expongan a imágenes, estereotipos o promociones de productos que no corresponden con las actividades acordes a su estado de madurez.
Conversa desde edades tempranas, beneficiando el vínculo y fomentando situaciones de confianza que permitan estar al tanto de quiénes son sus amistades y cuáles son sus actividades, sin que sientan que es una intromisión en su vida privada. Evita las conversaciones tensas o amenazantes. siempre recuerda que es adolescente. Bríndale informaciones detalladas acerca del tema, qué es la nicotina, cuáles pueden ser sus formas de presentación y que todas ellas pueden ser nocivas. SI tienes familiares o conocidos que fallecieron o están enfermos por enfermedades relacionadas al hábito de fumar, úsalos como ejemplos vividos.
Despierta su interés por no dejarse arrastrar por el vicio de fumar, hazle ver los daños que el cigarro puede ocasionar a su físico y a sus relaciones personales: el mal aliento, los daños al cabello, el olor a humo impregnado en la ropa, las manchas en los dientes y uñas, incluso en las posibilidades económicas que aumentarían o disminuirían. Si tienen acceso a la información, las y los jóvenes ganarán más herramientas que les permitan tomar decisiones adecuadas para su salud.
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