miércoles, 19 de junio de 2024

Padre y madre a la vez

 Por Yirmara Torres Hernández

Un amigo que quedó solo a cargo de su hijo adolescente, tras el fallecimiento de su esposa, y me comentaba el pasado Día de las Madres, no sin su poco de razón, que el segundo domingo de mayo era también su día, pues él era “madre y padre a la vez”.

¿Cuántas veces no hemos escuchado esa expresión, sobre todo en boca de mujeres que tienen que enfrentar solas la crianza de sus hijos e hijas?

¿Se puede ser madre y padre a la vez? ¿No se esconderán detrás de esa frase todas las ideas estereotipadas que tenemos de lo que es ser madre y padre?



“Tú también eres madre y padre, y el tercer domingo de junio deberían felicitarte”, agregó mi amigo, como para sellar esa condición que asumimos ambos tras la partida física de nuestras parejas.

Yo le expliqué que no me siento padre, que mi hijo tuvo un padre excepcional al que nunca podré igualar, que soy una mujer a la que le ha tocado terminar sola la tarea de educarlo.

Mi amigo no me entendió. Él, que es un padre de oro, de los que aún en vida de su esposa no escatimaba en tiempo y amor para sus hijos, arrastra siglos de educación patriarcal, que lo hacen dividir el papel de una madre del de un padre.

Por eso él, que hoy mismo asume todo el cuidado de su hijo, prácticamente sin ayuda externa alguna, sigue pensando que es también madre, porque en el imaginario social, madre es más que padre. 

La madre, según los cánones establecidos, es quien da a luz, amamanta, cuida, protege y alimenta. Es la encargada del aseo en general, del lavado de la ropa, de limpiar y de cocinar.

El mismo mandato dice que el padre provee, impone la disciplina, juega y saca a pasear. Y hay una frase, por suerte cada día más obsoleta, que asegura, que “padre es cualquiera”.

Quizás la muestra más fehaciente de cuánto se le continúa atribuyendo a la madre la mayor responsabilidad en el cuidado de los hijos radica en la Licencia de Maternidad, que persiste así, aunque hoy los padres puedan acogerse a ella.  

Varios mitos aseguran que cuando el niño o la niña enferman, siempre quieren a su mamá. Dicen que nadie deja la ropa blanca y sin manchas como la madre y que un hombre es incapaz de tener una casa organizada.

Así, más o menos, se comprendían absolutamente la maternidad y la paternidad hasta hace unos años. Pero, ¿cuánto han cambiado estas concepciones? ¿Se puede hablar hoy de diferencias tan marcadas entre ambas funciones?

Las transformaciones en los estereotipos de género, asumir que la mujer y el hombre pueden jugar los mismos roles en el hogar y en la vida profesional y social, ha roto en pedazos las teorías que separaban a la maternidad de la paternidad.

No quiero decir con esto que no existan diferencias entre una y otra. Desde la concepción, ambos llevan su cuota de responsabilidad. Los diferencian el óvulo y el espermatozoide, el que ella lleve a la criatura en el vientre, el parto y luego, el amamantamiento.

Pero incluso en esos momentos, en los que parece que la madre lleva el protagonismo, el padre resulta fundamental.

En esencia, la paternidad y la maternidad son dos mitades de una misma misión: la crianza de los hijos y las hijas. No hay recetas, no hay cómo separar una de otra.

Cada madre y padre construye su forma de serlo, desde la igualdad, desde la manera en que viven, en que se ganan la vida, organizan las tareas del hogar y el cuidado de su prole.

No hay un modelo de familia ideal por quienes la componen como padres. No hay una familia normal y otras anormales.

No está escrito que un hijo sea más feliz porque crezca con su madre y su padre. Hay niños felices que crecen con sus abuelos, con dos padres, con dos madres, con sus tíos, con padres adoptivos, con hermanos o con uno solo de sus progenitores.

Lo que define la maternidad y paternidad ideales es el amor que se entrega, el tiempo que se dedica y la educación que se ofrece.

Mi amigo que lava, limpia, cocina, organiza la casa, ale a hacer las compras, paga las cuentas, lleva la leche cada mañana a la cama de su hijo, vigila si tiene fiebre o le duele la cabeza y que acomodó sus trabajos para poder estar más pendiente de él, dice que es madre y padre.

Es cierto que, tradicionalmente, eso es lo que hace una madre; pero no quiere decir que sea lo correcto.

Tú, mi amigo, no tienes que ser madre o compararte con ellas; ¡eres un padrazo y con eso se dice todo! ¿Quién dijo que ser madre y padre son dos cosas diferentes? Cuando eres bueno, no hay fronteras que dividan la maternidad de la paternidad. 

 

 

 

 

 

 

 

 

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