Por Marilys Suárez Moreno
A la sensibilidad patriótica y humana de Celia Sánchez Manduley se debió la iniciativa de regresar a suelo cubano los restos de la primera cubana que alzó su voz por la defensa de los derechos de la mujer, restos que reposaban en el Cementerio Sacramental de San Justo en Madrid, España, desde su muerte, el 7 de febrero de 1901.
Para Ana Betancourt, la mujer que con coraje libertador alzó su voz en Guáimaro para reclamar los derechos de la mujer, la Revolución erigió un mausoleo trabajado en piedra de jaimanita, material que junto al bronce dan perpetuidad al monumento de la insigne cubana, justamente en el sitio donde su nombre entró en la historia.
Las cenizas de Ana Betancourt de Mora llegaron a Cuba el 26 de septiembre de l968, durante una madrugada húmeda de lluvia y a escasos días de la conmemoración del centenario del Grito de Independencia en La Demajagua, el 10 de octubre de 1868. El traslado a Guáimaro, donde reclamó los derechos de los que eran acreedoras las mujeres, no se hizo esperar.