En próximos días conmemoraremos un aniversario más del fallecimiento de Vilma, como siempre le gustó a nuestro pueblo llamarla. Recordarla es un deber y un honor.
Por Marilys Suárez Moreno
Me preguntaba sobre las veces que hemos
pronunciado a lo largo de los años estas dos palabras: mujeres y Revolución. Claro, vivimos en un país
donde esos vocablos se interrelacionan: digamos que la fuerza misma de la Revolución y el
fervor patriótico de las mujeres, su consagración y entusiasmo arrastraron como un gran alud a
aquella masa que años atrás sufría despidos, hambre, cuyas
mujeres apenas podían emplearse como
domésticas y vivían una vida de miseria y dependencia, en una sociedad que las marginaba y solo las
concebía cargadas de hijos, limitadas al
ámbito exclusivo del hogar y subordinadas al hombre de la casa.
Y pensé en alguien que consagró toda su vida a
luchar contra siglos de discriminación y prejuicios, con las mismas fuerzas con las que se enfrentó a
la lucha clandestina en su Santiago de Cuba natal y
guerrillera en la Sierra. Mucho hizo Vilma por redimirlas de la explotación y
subordinación en que vivían otrora las cubanas. Eran las más explotadas y
oprimidas y también la mayor parte de las analfabetas, sin posibilidades de
empleo, educación, accesos a servicios de salud y seguridad social.
Por Aime Sosa Pompa
Mujeres y África son dos pilares que sostienen la sección Enfoques en el más reciente número de la revista Temas-117 (enero-marzo 2024). Tres territorios --Kenia, Uganda y Túnez-- aparecen aquí, ya no en los extremos de un continente, sino enlazados por reseñas de vidas y sucesos históricos donde las mujeres son las máximas protagonistas. Una lectura de estos artículos, también escritos por mujeres, es una puerta abierta a una biblioteca llena de información que no puede estar cerrada. El artículo que presenta a la primera africana en recibir el Premio Nobel de la Paz es de gran aprendizaje.
Wangari Muta
Maathai (1940-2011), llamada Woman Tree o Mujer Árbol, fue una legendaria
lideresa de la lucha medioambiental; como bien la presenta Tabitha Kanogo,
profesora de la Universidad de California y autora de una de sus biografías.
Wangari siempre estuvo en constante pugna de ideas y acciones contra la
corrupción y la apropiación de tierras para disfrute individual o autocrático
en su país natal, Kenia, al extremo de ser atacada hasta sangrar en una de las
manifestaciones. En ese momento dijo: «Si vamos a verter sangre por causa de
nuestra tierra, es algo a lo que estamos acostumbrados. Nuestros antepasados
también lo hicieron. Nosotros haremos lo mismo. Esta es mi sangre».