Texto y fotos: Yamylé Fernández Rodríguez
Desde los 14 años de edad, la vida de Carmen Rita Rodríguez Pérez o mejor, Carmita, como todos la llaman, ha estado asociada a la fábrica de tabacos El Surco, ubicada en la calle San Ramón de la ciudad de Camagüey, y la mayor parte del tiempo se ha desempeñado como lectora de esa tabaquería.
“Yo era despalilladora en un chinchal particular antes del triunfo de la Revolución y luego de la victoria, cuando se integraron los chinchales, nuestros dirigentes sindicales fueron a La Habana a entrevistarse con el Che Guevara y Lázaro Peña, para solicitar que uno de los locales pertenecientes a la fábrica Guarina se aprobara para instalar la fábrica de tabacos, y así fue, evoca la veterana tabaquera, con la satisfacción de estar entre las fundadoras de la entidad.
Fue allí donde sus propios compañeros le celebraron la fiesta por los 15 años de edad y ellos mismos la propusieron para asumir la función de lectora, al quedar la plaza vacante. Desde entonces se consagró a esa actividad y, 61 años después, sigue firme ante el micrófono.
En la emisora provincial Radio Cadena Agramonte, Carmita recibió adiestramiento para mejorar su dicción, a cargo de reconocidos locutores como Carlos Mario Crespo y José Luis Cadenas, a quienes recuerda con admiración.
Pero… ¿cómo es un día de esta lectora de tabaquería?
“Tengo tres turnos de lectura. En el primero se leen las efemérides y luego un compendio de las noticias publicadas en los diferentes órganos de prensa, lo que dura unos treinta minutos.
El segundo turno es para una novela de amor, lo que disfruto mucho y los trabajadores también, e incluso ellos solicitan que les lea algunas de su preferencias.
Imagínese que yo voy leyendo la novela al ritmo de ellos y hago las pausas para mantener el suspenso, que si se dieron un beso, que si hay algún misterio, y así, para motivarlos.
Luego, el tercer turno rs para la lectura variada: desde obras policíacas -que gustan mucho- hasta libros como Cien horas con Fidel, de Ignacio Ramonet; Fidel y la religión, de Frei Betto; sobre leyes, educación sexual, en fin acerca de todos los temas.
Ahora mismo están bien actualizados del genocidio que se comete en Palestina por parte del Estado de Israel.
Gran importancia le concede Carmita a su función, pues en primer lugar sabe que mantiene un oficio distintivo del sector tabaquero cubano desde 1864 y con orgullo evoca a José Martí, quien pronunciara encendidos discursos patrióticos ante los tabaqueros cubanos emigrados a Tampa y Cayo Hueso, en Estados Unidos.
Desde su puesto la carismática lectora, contribuye a la instrucción y entretenimiento del personal de la tabaquería y es esa una actividad sin la que no concibe sus días.
Por eso, al momento de jubilarse, la casa le resultó chiquita para sus ganas de hacer y decidió reincorporarse a su querido centro laboral.
Ahora, entre sus misiones, está preparar al relevo, algo que no es tan fácil porque aún no ha encontrado a alguien que realmente disfrute leer, lo que lamenta.
“Mi madre fue tabaquera, mi suegro también; me casé con un tabaquero y tengo una hija que trabaja aquí, en la fábrica. O sea, que es una tradición familiar y siempre voy a estar orgullosa de pertenecer a este sector, con el que tengo una relación de por vida”, concluye el diálogo Carmita, mientras piensa en las muchas lecturas que aún le quedan por compartir.
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