Fotos: Tomadas del perfil de Facebook del entrevistado.
Por Lisandra Chaveco
Jesús Muñoz Machín, papá de David Jesús, periodista e integrante de la Red Iberoamericana de Masculinidades (RIAM), asume cada día el reto de repensar las masculinidades y buscar nuevas maneras para construir una paternidad cada vez más comprometida, afectiva e incondicional.
Para él, el ejercicio de una paternidad responsable no solo es fuente de placer y disfrute a nivel personal, es medio y vía para aportarle a hijos e hijas mejores habilidades sociales y capacidad de diálogo, más herramientas para afrontar las complejidades de cada etapa del ciclo de vida y para entender y no reproducir violencias, siempre que los ejemplos y mensajes que reciban sean justamente aquellos que legitiman la igualdad de género, la empatía y el respeto a lo diferente.
Sobre la importancia de ejercer una crianza corresponsable y libre de estereotipos machistas, conversamos desde la revista Mujeres con el también analista deportivo y activista de la campaña cubana “Padre desde el principio”, que implementa UNICEF Cuba desde el año 2017.
¿Qué implica la paternidad responsable?
La paternidad responsable es, sobre todo, un rol que se debe ejercer desde la mezcla certera de los afectos y una conciencia plena de la importancia que tienes en la vida de tu descendencia.
Es una construcción constante, en la cual no hay fórmulas, porque cada contexto, realidad y experiencia es diferente, como diferentes son las familias y los recorridos de vida.
Lo que no puede faltar, en primer lugar, es la presencia. Y con esto no hablo solo de estar físicamente —que en algunos escenarios no es posible, por diferentes motivos—, sino a la preocupación y ocupación constante por la crianza, que abarca cuestiones tan diversas como educación en valores, instrucción, momentos de óseo, alimentación, cuidados (incluidos temas relacionados con la salud) y afectos. Y algo fundamental es garantizar que tu descendencia crezca y se desarrolle en un espacio libre de violencias y con mensajes que aporten al reforzamiento de actitudes y conductas equitativas.
Sin embargo, todavía existen estereotipos muy asentados en torno a las paternidades, que hacen mucho daño, porque legitiman los modelos tradicionales alejados de la responsabilidad y, además, sirven de soporte para que a algunos padres se les nieguen derechos plenos, sobre la base de un mito erróneo de que ser padre es un rol menor en comparación con la maternidad.
¿Por qué se reproducen estereotipos sobre la paternidad?
Es una respuesta muy compleja de abordar, pero hay un aspecto fundamental y está relacionado con que vivimos en sociedades que, a pesar de los avances en materia de igualdad y reflexiones críticas sobre la vida cotidiana, aún reproduce en sus múltiples espacios sociales una visión machista de los roles que deben asumir mujeres y hombres. Entre los mandatos que la masculinidad hegemónica impone a los hombres el hecho de ser padre responsable, cuidador y afectivo no es un aspecto de tanta importancia para ser un “macho, varón, masculino” exitoso. Por el contrario, los modelos tradicionales de masculinidades y feminidades nos siguen alimentando la idea de que “madre es una sola y padre es cualquiera”. Eso sí, a pesar de esos estereotipos limitantes, en Cuba podríamos decir que abundan unas paternidades “en tránsito” o “con modelos que van cambiando hacia lo equitativo”. Un ejemplo sencillo de ello son esos hombres que, puertas adentro del hogar, están implicados en todos los procesos de desarrollo de su descendencia (alimentación, cuidados, proveer recursos económicos, preocupados y ocupados por cuestiones escolares y de estímulo integral), pero quizás les cuesta mostrarse afectuosos y cariñosos en público.
A su juicio, las formas tradicionales de vivir el proceso de la paternidad implican que los hombres sean serios, reservados, poco comunicativos, menos dados al contacto físico y a mostrar júbilo, emociones espontáneas y afectos. Eso han aprendido y la sociedad considera que es algo “normal”. Pero no es así, todos esos argumentos pueden revertirse con aprendizajes y educación. De la misma forma hay que desmontar en el imaginario social que el cuidado y las cuestiones emotivas se supone queden más reservadas para las mamás (y abuelas, tías, amigas, mujeres en general).
Desde estas visiones machistas, el rol de papá estaría más orientado a ser el “monedero” o peor aún, el tipo semipresente del que se espera que provea el sustento económico y material, imponga autoridad, disciplina o ponga castigos.
¿Qué
hacer para desmontar estos imaginarios patriarcales socialmente construidos?
Para el periodista y
comunicador, cambiar los modos en que se entiende y ejerce la paternidad
resulta urgente. No solo porque transformará maneras de actuar en el presente,
sino porque contribuirá a que futuras generaciones de hombres y mujeres crezcan
con otros modelos de masculinidad y de relación entre las personas.
Urge sensibilizar,
educar, visibilizar aún más las buenas prácticas y,
sobre todo, seguir cuestionando los mitos anclados en patrones machistas.
Los medios y las
industrias culturales son esenciales para desmontar mitos y estereotipos de
paternidades tradicionales y machistas. Sin embargo, por lo general, las
historias que más hemos observado siempre son las que colocan a los papás en el
banquillo de los acusados, como los malos, los que legitiman paternidades
alejadas, poco implicadas o ausentes. Eso no quiere decir que no existan
historias donde las paternidades se han abordado de formas más complejas, con
referencias a modelos donde conviven actitudes nocivas con comportamientos
responsables. Y estas segundas a las que hago referencia para mí son más
verosímiles, porque se parecen más a los tiempos que se viven. Hay que
cuestionar la paternidad cuando no se ejerce bien, pero también buscar resortes
comunicativos y creativos para mover la sensibilidad de todas las personas en
la dirección correcta, que es valorizar la importancia que tiene el padre en la
vida de su descendencia.
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