Por Marilys Suárez Moreno
Las sanciones tienen que aplicarse asociadas en tiempo y espacio cuando ocurran, ni antes ni después, si es que se desea dejar un buen ejemplo. Por lo regular, el adulto que castiga está molesto por la mala conducta del menor. Si ha roto un objeto, ensuciado las ropas, o perdido algo, ciertos padres se mortifican por las consecuencias de esa conducta y apelan enseguida a un buen castigo.
En otras ocasiones, si el infante se porta mal en un lugar público, no está tranquilo en una visita, o por cualquier otro motivo “hace quedar mal al familiar”, y esto provoca irritación. En estos casos, la persona, entiéndase madre, padre o persona a cargo, descarga su malestar a través del castigo.