Cuna y asiento de los mejores valores, el hogar es epicentro de los que queremos que enraícen en nuestros hijos e hijas.
Por Marilys Suárez Moreno
La mamá de Anisely está preocupada por el comportamiento de su niña de cuatro años. Según ella, se muestra extremadamente penosa y hasta huidiza en sus relaciones con amistades y otros niños y niñas de su edad.
Contrariamente, su hijo mayor, Cristian, de 10 años, es más desfachatado y fresco. “A ese no le da pena nada, asegura su madre, no sin cierta preocupación por lo que considera una falta de vergüenza de su primogénito.
Una y otra actitud pueden considerarse aristas de la vergüenza, vocablo que se define como falta de respeto, pero también timidez y apocamiento, particularmente entre algunas niñas y niños pequeños. En estos, el retraimiento es un trastorno psicológico que frena el desarrollo infantil en sus relaciones interpersonales. Vale decir que, a partir de los dos años, las y los infantes experimentan sus primeros sentimientos de vergüenza o pena, pues a pesa edad comienzan a ser conscientes de que los demás evalúan sus acciones y pueden darse cuenta de sus errores e incluso reírse de su conducta.