Si algo define a Mercedes Escuredo como mujer y educadora es el compromiso con la palabra empeñada, la ética y la voluntad de entregar cuerpo y alma al deber. Fotos: Rodolfo Blanco Cué
Mercedes Escuredo Olazábal, Mercy o Mercedita, como cariñosamente le dicen, se considera una mujer feliz y lo afirma, porque ha tenido unos padres increíbles, de los cuales heredó el compromiso revolucionario y la humildad; una hija y nietos que adora, un esposo que ha sido su apoyo por más de 50 años, un yerno incondicional y la oportunidad de rodearse de muchas personas que la han acompañado a entregarse a la que define como una profesión de sublime amor: el magisterio.
Cuando habla de su pasión por la pedagogía, recuerda ese primer día frente a un aula, allá por los años 70 en su natal municipio de Florida, en la provincia de Camagüey.
Confiesa que sólo tenía 17 años cuando comenzó a trabajar como profesora emergente de la asignatura de Química, en la secundaria básica José Martí; sin embargo, aunque varios de sus alumnos tenían su misma edad, siempre estableció un límite de respeto con ellos, sin que dejara de existir la comunicación, incluso, la confianza para transmitirles consejos útiles a pesar de su inexperiencia.
Mercy prefiere decir que siempre fue aplicada, pues le gustaba estudiar, alcanzaba resultados notables en los concursos de conocimientos y en las clases no sólo demostraba sus dotes como monitora, sino que aprovechaba, también, para ayudar a los compañeros de aula.
Esas herramientas, afirma, supo combinarlas con exactitud en esa preparación inicial que le exigió como maestra muchas habilidades autodidactas, avaladas por el asesoramiento del resto de los educadores.
En aquel tiempo ya había cursado dos años de estudios en la especialidad de Química Industrial en el Tecnológico Mártires de Girón, en La Habana, y al interrumpir la carrera por la enfermedad de su madre, trabajó durante un corto período de tiempo en el laboratorio del central Argentina, en su localidad de origen.
Esos conocimientos, junto a la vocación de enseñar, la impulsaron a formarse en la carrera de Profesora Superior de Química en la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz.
A partir de ese momento, importantes responsabilidades asumiría Mercedita, al ocupar diferentes cargos en la Dirección Municipal de Educación en Florida, integrar el Comité Municipal del Partido Comunista de Cuba (PCC) y como subdirectora provincial del sector docente en 1988.
Mercedes Escuredo Olazábal, directora provincial de Educación, recorre junto a Ena Elsa Velázquez Cobiella, ex ministra de Educación, los planteles docentes de la provincia para chequear los avances del curso escolar en Camagüey.
De igual manera, formó parte de la membresía no profesional del Comité Ejecutivo del Poder Popular Provincial y posteriormente la del buró provincial del PCC, sin imaginar que esas oportunidades abrirían las puertas a desafíos mayores.
“Como integrante de esa estructura, no sólo tuve que aprender muchísimo del trabajo propio del PCC, sino también de la esfera de consumo y servicios, que me correspondió atender porque hay que ver la audacia tremenda con la que uno asume determinadas tareas en la juventud”, señaló.
Sin embargo, el reto más grande vino después, cuando se desempeñaba como vicepresidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular y en el año 1998 la promovieron a presidenta de ese órgano, para comenzar, dijo, una labor titánica, a la que hasta el momento no se había enfrentado ninguna mujer en el país.
“Aunque sólo ejercí el mandato durante cuatro años, debido a que la enfermedad de mi madre se agudizó, considero que me entregué en cuerpo y alma a esa responsabilidad, que sin dudas aportó a mi crecimiento humano y profesional.
Considero que aprendí muchísimo sobre el sistema de dirección y gestión del conocimiento, para tomar decisiones e impulsar el desarrollo socioeconómico de la provincia, en medio del período especial y la Batalla de Ideas”, sentenció.
A Mercy le quedan algunas insatisfacciones de su faena, pero a la vez habla con orgullo de cómo aprendió a sentir las necesidades crecientes del pueblo en un contexto de transformaciones sociales, de tribunas abiertas por el regreso del niño Elián, donde además, agrega, se brindó atención a niños que requerían de dietas especiales al tiempo que se ejecutaron obras viales y se priorizaron renglones decisivos como la zafra azucarera y la producción de leche y carne.
A esta hija ilustre de Camagüey la distingue no sólo la voluntad de ser ejemplo para los demás, sino también la premisa de trabajar en equipo, escuchar y respetar a los maestros, a los que califica como principales innovadores de la educación porque son capaces de enfrentarse a una pluralidad de problemas y salir adelante todos los días.
Mercedes intercambiando sobre las prioridades del curso escolar con Miguel Díaz-Canel Bermúdez, primer secretario del Partido Comunista de Cuba y presidente de la República de Cuba, y Jorge Luis Tapia Fonseca, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y su primer secretario en la provincia de Camagüey, en aquel momento.
Esa ha sido la clave, apunta, para dirigir durante 18 años una de las más valiosas conquistas de la Revolución, con la certeza de que el orden, la disciplina y la exigencia constituyen baluartes esenciales para alcanzar resultados de calidad en el sistema de enseñanza.
Y eso, aclara, también es posible porque lo verdaderamente importante es brillar en colectivo, porque si algo nos distingue como profesionales del magisterio es la ética y la moral.
Si de principios se trata, en ese repaso necesario por una trayectoria, diría yo intachable, no quiere omitir ningún detalle, por lo que a su mente llegan aquellos momentos en los que tuvo el privilegio de admirar de cerca al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, al General de Ejército Raúl Castro Ruz, a Miguel Díaz-Canel Bermúdez, hoy primer secretario del Comité Central del PCC y presidente de la República de Cuba; a la heroína Vilma Espín Guillois y al Comandante Hugo Chávez Frías, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, entre otras personalidades.
Mercedes mostrando las fotografías que guarda de momentos inolvidables en los que compartió de cerca con relevantes personalidades del país.
Precisamente de su estancia en esa hermana nación como coordinadora de la misión educativa, recuerda aquella ocasión en la que cumplía años y el General de Ejército, de visita en la nación venezolana aprovechó para intercambiar con los coordinadores de las diferentes misiones en ese país y la invitó a tomarse una fotografía con él, instantánea que, junto a otras muchas, guarda celosamente en un selecto lugar de su corazón.
Mercedita concluye una etapa de intenso trabajo y como educadora y cuadro la inquieta todavía la necesidad de que los maestros reciban una atención distintiva en la sociedad y que las nuevas generaciones de camagüeyanos se motiven por estudiar carreras pedagógicas para garantizar el presente y el futuro de la educación en la provincia.
Ella sabe que deja la conducción del sector en una reserva que preparó durante ocho años, que habrá cambios de estilos, pero los cimientos son los mismos, que no se apartará del todo de sus educadores, a quienes les enseñó que a veces es mejor dedicarle más tiempo a resolver los problemas, y hacer los elogios en el momento justo y a quien realmente lo merece.
La profe Mercy tiene un espacio admirable en el Libro de Honor de la Mujer Camagüeyana y conserva con modestia las medallas Frank País de Primer y Segundo grados, la 23 de Agosto; la distinción Por la Educación Cubana y 28 de Septiembre, además de la Orden Ana Betancourt de Mora, entre otros altísimos reconocimientos, que sólo logran sobredimensionar su felicidad cuando se conjugan con el cariño sincero de sus maestros y el deber de los alumnos de aprender para conservar el conocimiento, lo que- a su juicio- considera el mejor patrimonio del ser humano. (Yadira Núñez Figueredo, ACN)
Siempre he seguido las enseñanzas de paradigmas como el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
La Directora, cómo respetuosamente le llamamos o Mercy, de forma cariñosa, se caracterizó por su compromiso con el sector educacional por la alta profesionalidad de la que siempre hizo gala. Esto es un merecido reconocimiento a su labor. Muchas felicidades para esa gran mujer.
ResponderEliminarLa profe Mercy como cariñosamente le llamamos tiene razones sobradas para arribar a su jubilación, felíz y satisfecha por el cumplimiento de cada tarea encomendada con resultados positivos, dejando un legado a las nuevas generaciones de buenos métodos de unidad y sencillez en métodos trabajo.
ResponderEliminarMujer consagrada, honesta, patriótica y amiga ante todo.
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