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jueves, 19 de junio de 2025

Palacios de cartón


Pese a que no existen cifras públicas actualizadas son varias mujeres en situación de discapacidad las que se encuentran en situación de calle. Magda, quien solía rondar por las calles de 10 de octubre, era una de ellas.

Por Zucely de Armas Almarales

Cada día, al girar la calle rumbo a mi casa, la veía de nuevo. Permanecía en su silla de ruedas, las manos huesudas extendidas pidiendo algo, la misma expresión de socorro en sus ojos. Cada día tropezaba con esa mujer que pedía en una esquina de la calzada 10 de Octubre. Con su fe intacta.

A veces le daba algo de comida, pero otras veces nada, no me quedaba más remedio que seguir. Aceleraba el paso con el rostro inclinado hacia abajo, evitando a toda costa que nuestras miradas se cruzaran. Ella creía que no la escuchaba; se equivocaba, una puede cerrar los ojos, pero no los oídos.

Nadie en el barrio sabía su nombre real apenas se le conocía, pero cada vez era más “normal” verla por ahí. Magda, como la llamaban los vecinos acostumbrados a su presencia, era una de las personas con discapacidad y sin hogar que andan por las calles.

miércoles, 18 de junio de 2025

La casa de los lunes


Desde las alturas, nada revela lo que sucede puertas adentro. En un rincón de 10 de octubre, una casa sin nombre se convierte cada lunes en refugio y red de apoyo.

Por Zucely de Armas Almarales

En el barrio de Lawton, en una cuadra donde las aceras están más rotas que enteras, hay una casa pintada con cal. En una pared blanca frente a la puerta hay escritos estos versos de Lorca: "Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo”. Allí vive Yailín Martínez, 42 años, madre soltera, cuidadora a tiempo completo y mujer de muchos silencios.

Yailín vive con Inés Martínez, su hija, quien convive con una discapacidad físico-motora producto de un accidente. Comencé a visitarlas una tarde de octubre, después de muchos saludos a la distancia, decidí acercarme a conversar. Antes Inés siempre estaba feliz, ahora, a veces se pone triste y su tristeza coincide con nuestras charlas por la tarde. Lleva semanas diciendo que está contenta en su casa y cada vez que lo dice a mí me entran ganas de llorar un poco, pero nunca lo hago. Aun así, a veces Inés se pone triste.

Desde hace unos meses, cada lunes, a las cinco y media de la mañana, comienzan su ritual. Despiertan con el rumor del barrio que bosteza: el panadero, la cisterna que gotea, un gallo que canta tarde. Inés comenzó a estudiar en casa, luego de que en su antigua escuela la maltrataran y se burlaran de ella.