Después de Melissa hay mujeres sosteniendo territorios con sus manos, sus saberes...
Por Marilys Zayas Shuman
La madrugada del 29 de octubre trajo consigo un viento que parecía querer borrar caminos. En el oriente cubano las casas se estremecieron, los techos volaron, los árboles se inclinaron como si quisieran proteger a quienes dormían. Pero no hubo miedo que paralizara a las mujeres. Ellas se levantaron antes que el sol.
Maritza, madre de tres, pasó la noche en vela, con una linterna en la mano y el corazón alerta. “No podía dormir. Solo pensaba en que el techo aguantara”, cuenta. A su lado, Yanelis, enfermera, convirtió su cocina en posta médica improvisada. “Aquí atendimos a los vecinos con lo que teníamos. No podíamos esperar.”
Las Tunas amaneció con los pies mojados, pero con el alma en movimiento. Las federadas barrieron el lodo, organizaron almuerzos colectivos, cuidaron a los más vulnerables. En cada cuadra, una mujer tejía soluciones con lo que quedaba.
En Holguín, la respuesta fue igual de entrañable. Limpiaron policlínicos, convirtieron sus casas en puntos de carga eléctrica y distribuyeron alimentos cocinados. Elizabeth Martínez Quintero, secretaria general de la FMC en Holguín, lo dijo con claridad: “Estamos activas en todos los niveles.”
En Granma, la primera secretaria del PCC, Yudelkis Ortiz, acompañó a su pueblo con presencia constante. Reconoció los desafíos logísticos, orientó medidas de prevención y se mantuvo cerca de las comunidades. Su liderazgo es brújula en medio del temporal.
Y en Santiago de Cuba, donde Melissa tocó tierra con fuerza brutal, Beatriz Johnson Urrutia, presidenta del Consejo de Defensa Provincial, dirigió con firmeza. Coordinó la evacuación de más de 258 mil personas, desde el paso recorre los municipios más golpeados, escucha, orienta, sostiene. Su presencia esorganizativa, afectiva y profundamente humana.
Hoy ante el desastre, la tristeza, el desafío hay mujeres sosteniendo territorios con sus manos, sus saberes y su voluntad organizada. Porque cada gesto, cada abrazo, cada olla compartida, es parte de la memoria que nos levanta.
En los barrios, niñas y niños donan sus juguetes. “Este era mi camión favorito, pero lo va a usar otro niño o niña que lo perdió todo”, dijo un pequeño en Palma Soriano. Las iglesias abrieron sus patios, las emisoras locales transmitieron listas de necesidades, las redes se activaron con rapidez.
El gobierno cubano articula respuestas con agilidad. Se aprueban medidas económicas para rehabilitar viviendas, garantizar salarios, facilitar créditos. La Mesa Redonda reunió a ministros, técnicos, brigadas. Cada sector se moviliza con sentido de urgencia y compromiso.
Desde fuera de Cuba, la solidaridad esquiva bloqueos. Cubanas y cubanos en EEUU. México, España, Panamá y Canadá envian medicinas, frazadas, linternas. Cáritas, Cruz Roja, y agencias de Naciones Unidas sumaron esfuerzos. Panamá envió 24 toneladas de ayuda humanitaria. La ONU coordinó acciones urgentes para restablecer servicios básicos.
Melissa ya pasó. Pero lo que queda es más fuerte: la voluntad de reconstruir juntas. Y las cubanas están ahí, como siempre: en el centro del huracán, sembrando futuro.




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