Por Aime Sosa Pompa
…y hay un momento en que descubres que hay que tomar partido, que si estás a favor de la justicia, de la paz, del progreso de la humanidad, que si no actúas a favor de ellas estás actuando en contra, que no existen posiciones neutrales, que la responsabilidad por lo que ocurra en el mundo toca a cada uno de sus habitantes...
Vilma Espín Guillois
Bien lo dicen estas páginas, los agradecimientos son estelas de gran valor que pueden estar en todas partes de un libro. Sin embargo en este volumen dedicado a Vilma Espín Guillois, figura icónica de la Revolución Cubana, vienen a ser como un repaso por manos agradecidas y memorias compartidas que se erigen no solo como un análisis biográfico, sino como un testimonio de colaboración colectiva.
El fuego de la libertad es fruto de un meticuloso esfuerzo multidisciplinario, su existencia fue posible gracias al aporte de decenas de personas e instituciones. No es un relato unidireccional, para nada, el texto se configura como un mosaico de voces que enriquecen la visión sobre la vida y el legado de Vilma, destacando su papel en la lucha por los derechos de las mujeres y la justicia social. Y sorprende, anima a una lectura más detenida en esos modos de tanto escribir que demostró esta querida mujer santiaguera.
Uno de los pilares fundamentales del proyecto fue Asela de los Santos Tamayo, compañera de lucha y amiga cercana de Vilma desde su juventud.
Su testimonio, nutrido por décadas de trabajo junto a la líder feminista, aportó una dimensión íntima y política invaluable. Como dirigente histórica de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y del Estado, De los Santos no solo validó datos, sino que tejió un puente entre lo que en aquel momento se intuía como una teoría revolucionaria y esa práctica cotidiana que después se convirtió en un soporte para quienes defendieron ideales compartidos de soberanía e igualdad.
Muchas son las ideas que se aportaron. La rigurosidad intelectual del libro se debe, en gran medida, a figuras como Eusebio Leal Spengler e Isabel Monal.
Leal, historiador y conservador de la memoria nacional, aportó una perspectiva continental al pensamiento político de Vilma, mientras que Monal, referente en la enseñanza del marxismo-leninismo, ayudó a sistematizar la integración del ideario martiano y fidelista en su trayectoria.
Sus contribuciones aseguraron que el texto, de cierta manera no quedara en una compilación para armar una biografía individual y se añadieron esos vestigios que propician un análisis del contexto histórico que moldeó la lucha no solo de Vilma, sino de las miles de mujeres que la apoyaron. Por eso se puede repetir que estas paginas no pertenecen a las listas de una sola lectura.
La voz de muchas mujeres dentro de la FMC fue otro eje esencial. Fundadoras como Alicia Imperatori, secretaria personal de Vilma y guardiana de su archivo, y Mercedes Garrudo, experta en legislación de género, concedieron documentos inéditos y reflexiones jurídicas que ilustran, y a buen tiempo, la evolución de los derechos femeninos en Cuba.
Sus relatos, junto a los de dirigentes como Dora Carcaño y Mayda Álvarez, ofrecen una mirada interna a esa maquinaria organizativa, —podríamos llamarle así— que Vilma lideró con tenacidad, revelando desafíos y triunfos desde lo que antes eran trincheras institucionales y después se convirtieron en verdaderas columnas de lucha cotidiana.
Un grupo de colaboradores desde lo legal y logístico también desempeñó un rol crítico. Surina Acosta Brooks y especialistas en investigación histórica de provincias como Santiago de Cuba y Guantánamo enriquecieron la cronología con detalles regionales, mientras funcionarias como Herminia Rodríguez Pacheco aseguraron la precisión documental. Estos aportes destacan cómo la Revolución, que siempre defendió ser un proyecto nacional, se nutrió de esfuerzos muchas veces descentralizados y bien coordinados.
En el ámbito editorial, nombres como Luis Enrique Mederos y Iyaimí Palomares fueron clave. Desde la corrección estilística hasta el diseño gráfico, su trabajo transformó manuscritos en un producto pulido y accesible. La Editorial de la Mujer y la Empresa de Artes Gráficas Federico Engels garantizaron que el contenido no solo fuera veraz, sino visualmente evocador, integrando fotografías y formatos que dialogan con el texto. Muchas de esas imágenes pueden resultar verdaderas sorpresas para quienes aun no tienen esa cercanía a una vida personal y entregada que hasta se antoja gráficamente como un álbum bello de recuerdos.
El apoyo institucional, desde las Fuerzas Armadas Revolucionarias hasta el Departamento Ideológico del Partido Comunista de Cuba, reflejó la importancia estratégica e intencionada de este proyecto.
Figuras como Rolando Alfonso Borges y Jorge Fernández Era no solo facilitaron recursos, sino que validan aún este libro como una especie de herramienta educativa y política, como muestra de los principios revolucionarios que siempre abanderó Vilma.
No se pueden cerrar sus páginas digitales, sin que quede claro que este libro es más que un homenaje: es un bono que gana con cada lectura una muestra de amor colectivo. Como señalan sus autores, la obra se hizo “con el mayor empeño” de quienes compartieron documentos, recuerdos y horas de trabajo.
En cada capítulo late el espíritu de Vilma, cuya lucha por la equidad se ve reflejada en esta colaboración sin fronteras, uniendo generaciones y disciplinas para celebrar a quien supo ser, ante todo, una revolucionaria integral.
La invitación a tenerlo cerca está hecha: “El fuego de la libertad siempre ardió en el corazón rebelde de Vilma y la hizo vanguardia y símbolo en la batalla por conquistar la Patria libre, soberana e independiente por la que lucharon nuestros héroes y heroínas de todos los tiempos”.
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