Por: Alessandra Valera Padilla, estudiante de 4to año de periodismo, Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.
Los inicios de las luchas sociales siempre son el resultado de una injusticia prolongada en el tiempo, de la violación de los derechos humanos y la discriminación de un grupo de personas que se encuentra en una clara desventaja social. Es completamente comprensible que frente a una distribución inequitativa de los derechos, los grupos sociales más vulnerables precisen/busquen un cambio que posibilite equilibrar la balanza.
Durante el desarrollo de la humanidad han existido muchas luchas sociales, unas más conocidas que otras y con resultados distintos, marcados sobre todo por la inmediatez de sus soluciones, los métodos de protesta/lucha y el proceso socio-histórico y socio-geográfico donde se desarrollaron. Si bien es cierto que las luchas sociales mundiales suelen ser más centradas -por la historia- en territorios europeos o norteamericanos, el desempeño de las luchas por la igualdad y la gestación de políticas públicas justas, en América Latina, también es considerablemente notoria.
De igual manera, para entender los procesos revolucionarios de tipo social, referentes al género, hay que partir de la idea de que los niveles de desventaja social van marcados por la pirámide social que dicta el patriarcado estructural por el que se rige el mundo, de manera que las mujeres ricas están en desventaja con respecto a hombres ricos, pero ¿qué ocurre cuando a esa desventaja de género le agregas las de procedencia, color de la piel o clase? Hablamos de mujeres aún más vulnerables.
Aquí es donde cobra todo el sentido la palabra resiliencia. Han sido muchas las que han desarollado todo un accionar a favor de los derechos de las mujeres negras en América Latina y por la creación de políticas públicas encaminadas a lograr equidad para todas las personas.
Desde diferentes ciencias se ha materializado la idea de la equidad y el respeto a la existencia que plantea el feminismo negro. Las luchas afrofeministas se han realizado a lo largo de todo el continente, pero Brasil, Argentina, Chile, México y Cuba son de los países más relevantes en cuanto a la resistencia afrofemista. Estas naciones han dotado a la causa mujeres que, en diferentes épocas históricas, han dedicado su vida a defender la justicia social, desde la sociología, la psicología, la demografía, la historia, la antropología y demás ciencias sociales que explican, desde sus propias bondades, el comportamiento de vulnerabilidad en que se encuentran las mujeres afrodescendientes bajo el sistema patriarcal. En su inmensa mayoría, los logros en temas de políticas públicas para las afrodescendientes han sido posible por arduas investigaciones que ellas realizaron.
Son muchas las investigadoras que dedicaron su vida a este empeño y de las que, por desgracia, poco se conoce; es necesario mantener viva su impronta y sus legados.
El objetivo siempre será el mismo: el derecho a la existencia, el respeto y la equidad. Las luchas sociales no desaparecerán, mientras haya injusticia, privilegios y escalones. De ahí la importancia de la humanidad de mantenerse firme en la construcción de un mundo sin brechas ni fisuras, sin explotados y explotadores, ni jerarquías sociales de privilegios.
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