martes, 21 de mayo de 2024

Al son del tiple y el güiro

 


Por Marilys Suárez Moreno

Los antecedentes hispánicos están presentes en toda la música cubana. Así lo asegura en su libro La música y el pueblo, la extinta musicóloga María Teresa Linares. Según ella, distintas formas de zapateados de origen español dieron lugar en Cuba, Santo Domingo, México, Argentina y Chile, a danzas como los zapateos, joropos, jarabes. Y en el siglo XIX, cuando se mentaba la música campesina o al zapateo, se decía: “al son del tiple y el güiro”.

Se dice que fue en el siglo XVI que se reconoció la décima como tal, a partir de la variante usada por el español Vicente Martínez Espinel (1550-1624), quien la descubrió y compuso estrofas de 10 versos octosílabos, consolidando su estructura definitiva como rima consonante. En honor suyo, el inmenso Lope de Vega la llamará espinela.

En ese mosaico de raíces que es la cultura cubana, son muchos los maestros y modelos. La improvisación sentó cátedra. Cintio Vitier, recordado poeta y ensayista, en reflexiones sobre el tema, habló de “manía versificadora”. Aunque no fue hasta la primera mitad del siglo XIX que la décima pasó a manos de nuestros mejores poetas románticos y, más adentrado el siglo XX, otro buen poeta campesino, Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, dijo que la décima llega a Cuba y se impone de la misma forma que había ocurrido en España antes.

La décima, pues, surgió como forma de improvisación del campesinado en el punto guajiro. Si bien los orígenes de la espontaneidad en versos se pierden en el tiempo, la literatura oral y la poesía oral improvisada han estado unidas a los inicios mismos del lenguaje y la comunicación.

Durante la Guerra de Independencia, muchos versos improvisados cantados por los soldados del Ejército Libertador se perdieron en la manigua. José Martí, nuestro Héroe Nacional, en una recopilación sobre Los poetas de la guerra, recogió décimas de muchos de ellos, incluidos José Joaquín Palma, figura política y cultural de Cuba y Centroamérica y amigo de Rubén Darío; y de una mujer nombrada Catalina Rodríguez, quien fue una excelente repentista.

Controversia y pie forzado

El punto cubano o punto guajiro es el género musical con el cual se acompaña el repentismo. Para Alexis Díaz Pimienta, poeta y escritor, la controversia y el pie forzado son las dos formas más importantes de la improvisación. Una controversia es un “duelo” verbal entre dos poetas improvisadores que se entrecruzan y alternan con la música. Y al igual que la controversia, el pie forzado tiene un carácter general, aunque con la característica de que, en Cuba, cada poeta improvisa partiendo de un pie forzado dado por alguien.

La décima también es femenina. Distintas generaciones de poetisas han escrito y escriben décimas en Cuba desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Figuras de la talla de Carilda Oliver Labra y Fina García Marruz, además de Gertrudis Gómez de Avellaneda, (Camagüey, 1814, Madrid, 1873), quien conquistó honores en España y también escribió décimas.

El movimiento repentista cuenta con nombres como Tomasita Quiala, quien descubrió la décima a los 22 años, cuando al pasar por una canturía, escuchó que un poeta ofendía a otro y ella salió en su defensa. Nunca antes había cantado una décima, pero a partir de ese momento, esta mujer ciega hizo de su arte flor y muchos la bautizaron como “La reina del repentismo”. Otra grande de la música guajira, Celina González, dijo en su son en décimas Yo soy el punto cubano, canción escrita en autoría con su esposo y concebida para salvar la raíz de la música campesina, considerada ridícula en el momento en que la compusieron.

Punto guajiro, décima, tonadas, guajiras, repentismo. Como en la rumba, todo cabe en este ajiaco criollo que forma parte del patrimonio oral de nuestro país.

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