miércoles, 22 de mayo de 2024

Excursión a la fantasía

 

Por Marilys Suárez Moreno

En el período de cero a seis años, niñas y niños alcanzan logros fundamentales y de gran incidencia en todo su desarrollo ulterior, particularmente en lo relacionado con el aprendizaje escolar. El adelanto de los movimientos básicos y primarios como gatear, sentarse, caminar, correr y saltar es una adquisición fundamental en este período y constituye una base para el posterior perfeccionamiento de capacidades psíquicas y motoras más complejas. Es también una etapa donde la imaginación parece irse de cauce para fantasear y figurarse miles de cosas.

Algunos padres toman muy a pecho, por ejemplo, las ideas fantasiosas, imaginativas de sus hijas o hijos y la supuesta presencia de los amigos irreales que se inventan. ¿Por qué? La mayoría, quizás, experimenta algún tipo de celo porque se sienten relegados, como si su niña o niño lo hubiese echado a un lado de sus juegos y sus muchas ilusiones..

Aflojar el apego al menor es una de las tareas más difíciles de la maternidad y la paternidad .Cuanto más intensamente proteja su lenguaje y a sus amigos privados, probablemente más aislados y celosos se sentirán sus progenitores. Además, las exploraciones creativas del menor de corta edad son tan nuevas, y hasta raras a veces, que asustan a las mamás y los papás sin experiencia.

Probablemente se pregunten si el pequeño “sabe” que hay una diferencia entre la realidad y la fantasía que está construyendo. ¿Se perderá en ese mundo irreal? ¿Se inventará un amigo “malo” para mentir cuando tiene que justificar algún comportamiento? ¿Empezará a preferir la fantasía antes que la realidad de su entorno? Estas son preocupaciones comunes a los progenitores de infantes de estas edades tempranas.

Según los psicólogos, a los amigos imaginarios hay que darles la bienvenida, pues desde el punto de vista cognoscitivo, la imaginación es una señal importante de la existencia del pensamiento complejo de los infantes prescolares. Al principio, esta excursión infantil a la imaginación es demasiado vulnerable para compartirla con los padres y se parapetan en sus historias, que recrean y parecen vivir como propias.

El lenguaje y los amigos privados del niño o la niña son preciosos y deben ser respetados por la familia.

Desafortunadamente, es muy probable que los hermanos mayores, en caso de tenerlos, se enteren de la existencia de estos seres inexistentes o supuestos. Cuando lo sepan, muy posiblemente los volverán blanco de burlas y arruinarán la libertad de hacer las exploraciones fantasiosas que estos representan para los peques, olvidando quizás que también, en su momento y en esas edades, unos u otras pasaron por ese período de figuraciones.

Cuando la ilusión aflora, a los tres años, la edad más común para ello, la capacidad del menor para discernir entre la realidad y el deseo no está aun bien desarrollada. La facultad de inventarse un mundo fantasioso, de construir personas imaginarias, de darle vida a un muñeco o a una imagen que recién recrea son indicios de que está aumentando con rapidez su habilidad para probar los límites de su mundo y síntomas de un desarrollo emocional en ciernes.

Llegar a comprender este importante proceso del desarrollo infantil, le permitirá a la familia manejar mejor esta etapa normal del crecimiento infantil, que muchos recrean como una pequeña excursión a la fantasía. Esa que nunca nos abandona y que es intrínseca al ser humano.

En resumen, estos amigos irreales de nuestros pequeñines enriquecen su vida y resultan vitales para un desarrollo emocional y cognoscitivo saludable en los infantes de tres a seis años y forman parte de sus ganancias, pues ayudan a la formación integral que reciben en sus casas y a las influencias formativas que les aporta la familia.

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