viernes, 22 de diciembre de 2023

Cruzada por el saber

 

Tomada de Infomed


Por Marilys Suarez Moreno

El 22 de diciembre de 1961 se culminaba la épica ofensiva por la alfabetización y se iniciaba otra a más largo plazo: la cruzada infinita por el saber. Una Plaza de la Revolución repleta de jóvenes brigadistas, cumpliendo el compromiso hecho a Fidel, demandaban nuevas tareas.

La muchachada que se integró las brigadas alfabetizadoras era protagonista de aquella hazaña inédita. Como expresó aquel día el líder de la Revolución ante miles de alfabetizadores y alfabetizadoras: “Cuatro siglos y medio de ignorancia fueron derribados”. Las armas empuñadas fueron faroles, lápices, cuartillas y manuales asidos por brigadistas de aquel ejército alfabetizador. Todo comenzó ese mismo año, cuando Cuba libró una guerra contra el analfabetismo.

Un millón de personas analfabetas absolutas, más de un millón de semianalfabetas, 600 000 niños y niñas sin escuelas y 10 000 maestros y maestras sin trabajo. Incapacitaba a hombres y mujeres en campos y ciudades a vivir una vida mejor y más digna.

Esa fue la herencia recibida por el Gobierno revolucionario apenas asumido el poder. Un anuncio sorprendente hecho meses antes en la tribuna de las Naciones Unidas por Fidel, alertó al mundo de que Cuba liquidaría el analfabetismo en el plazo de un año. Puro idealismo, pensaron los más; otras de las tantas promesas que se hacen y nunca cumplen los gobernantes de turno, arguyeron otros, desconocedores de que desde la victoria de enero, se habían dado los primeros pasos en cumplimiento del Programa del Moncada, algo prometido por Fidel.

Pero por primera vez, la erradicación del analfabetismo de un país dejó de ser promesa incumplida para convertirse en tarea de pueblo. En un año se redujo el índice al tres, por ciento y aunque las cifras resulten contundentes, la epopeya alfabetizadora no solo puede medirse por sus resultados por muy incuestionables que sean.

Una gran fuerza impulsaba la conciencia social para la gigantesca tarea revolucionaria que no se interrumpió, ni siquiera cuando el mercenario ataque a Playa Girón o cuando las bandas contrarrevolucionarias asesinaron a dos jóvenes maestros: Conrado Benítez y Manuel Ascunce y enlutaran el país.

A modo experimental se crearon grupos pilotos para disponer las futuras brigadas alfabetizadoras, conformadas por estudiantes de Secundaria Básica e Institutos Preuniversitarios. Adolescentes casi niños que partieron a regiones aisladas y de difícil acceso a llevar la luz de la enseñanza. Papel destacado lo desempeñaron las mujeres, organizadas ya en la Federación de Mujeres Cubanas.

Para entonces, miles de jóvenes se habían alejado de los suyos para integrarse a las brigadas “Conrado Benítez y hacerse historias por sí mismos. Aquella cruzada por el saber devino epopeya inédita en el mundo y la UNESCO la calificó como una conquista de trabajo, técnica y organización.

De aquel 22 de diciembre de 1961 en que la Campaña de Alfabetización encauzó la enseñanza por derroteros del saber, nació la tradición justa y bella de rendirles redoblado homenaje a quienes educan en su día cada 22 de diciembre en una jornada que involucra por igual a estudiantes, familia y la propia sociedad. Enhorabuena, Educadores y Educadoras de Cuba.

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