martes, 3 de octubre de 2023

Oda al sentido común

 


¿Dónde estabas sentido común? Se pregunta la periodista mientras nos da ejemplos de su ausencia, y también nos pide hacer algo a su favor, así que súmate, como quieras, después de leernos. Imagen tomada de Internet



Por Aime Sosa Pompa

Existe un tema que bien se merece una oda llena de alabanzas, un concierto con fanfarrias hipnóticas, una conga santiaguera de carnaval lluvioso y una gran pintada universal: el sentido común. Lo que me hace recordar un proverbio alemán que leí en esos momentos llenos de frases que trae el wasapeo: "¿Qué sentido tiene correr cuando estamos en la carretera equivocada?" Por ahí mismo van los que han negado esa cualidad o no se la han puesto como un ropaje normalito. Para algunos, es similar a un tipo de inteligencia y, para otros, es una condición que debería hacernos más humanos y humanas. Para mí —lo afirmo con mucha intención—, es una propiedad elemental para el bien vivir y el buen razonar.

Comienzo con una propuesta y lo hago juntando las manos como en una plegaria o un mantra poderoso: por favor, haz algo con el sentido común. Muchas veces me pregunto a dónde ha ido a parar; pero, cuando menos me lo imagino, alguien lo usa y me da esperanzas. ¡Qué bien! ¡Pero qué bien!

Y tú, ¿cuánto alabas el uso del sentido común? Es maravilloso cuando ves a una persona, sin importar la edad, actuando con juicio y entendimiento. O cuando te das cuenta de que alguien dijo unas palabras llenas de raciocinio y lucidez, en medio de una de esas crisis cotidianas y todo cambia, ¡zas!, como si se hubiera utilizado una varita o una palabra mágica.

Te imaginas si así hubiera sucedido la tarde en la que sólo una puerta estrecha estaba abierta en la espaciosa terminal de ferrocarril en Santiago de Cuba, para dejar entrar a cientos y cientos de pasajeros al tren Santiago de Cuba-La Habana, cada uno con pertenencias que iban desde una mochila más o menos abultada, dos o tres maletines tipo gusano, una o más maleticas de rueditas, cajas, cajones y cajitas; y hasta un coche para bebés. ¿Dónde estabas sentido común? Ausente. Ausente, sobre todo, en una de las dos compañeras que revisaban los tickets para dejar entrar al andén y quien, con dedos violentos, voz chillante o vocinglera y posaderas apartadoras, trataba de espantar a los que, con su derecho, querían estar en hora hacia sus asientos.

¿Quién niega que se ha perdido un poco el sentido común? Espero que nadie y lo digo sin marcar latitudes o geografías. Menos mal que siempre sale una persona “cuerda” a la calle y contagia a los demás; y donde hay desesperación o mal humor, logra arreglar los estados de ánimo. Bueno, no sé si así habrá funcionado con el señor que se enteró que estaba fallecido y así mismo tenía que ir a cuantas instancias correspondientes le dio la real gana a cierta persona para poder resolver un simple detalle en un papel. Como si no bastara su presencia, corpórea y vestida, sonora y hasta con sombras visibles.

Por eso quisiera abrazar y cargar en hombros a los que derrochan sentido común, como se hace con los campeones y las campeonas cuando ganan en buena lid. Debió suceder con otra persona, en una cola que se había puesto algo complicada, y la arregló para que nadie saliera indispuesto. O cuando por acá viene otro y dice en la guagua que mejor escuchemos lo linda que están las canciones que pone en adaptados decibelios el chófer, en vez de empujar a todos en el pasillo sin pensar quién está delante. O a esa mujer que logró repartir a dos niños en asientos ya ocupados en una A30, destino Guanabacoa, súperrrr repleta en pleno domingo mañanero. Yo me brindé a acomodar a la nené con mi vecina de al lado; sólo hizo falta una miradita entre nos y manos solidarias alzaron a la niña sin hacerle daño, hasta que cayó levemente entre nosotras, sin decir ni pío. Ella estaba aplicando su sentido común, uf, el más común: no soltó las galletas que estaba comiendo, ni una pizca dejó caer.

En ocasiones, lo del sentido común pasa por matices tan peculiares que sólo necesitamos entender el significado de las palabras. Por ejemplo, no me gusta que digan que vivo en el interior del país, porque en realidad los demás que están en la isla grande no viven en el exterior. Mucho menos me gusta que echen a rodar una bola sin buscar respuestas. Al igual que ponerse a inventar cifras para ocultar que algo no crece o está parado. ¿Y qué me dices de las oraciones que siempre comienzan con NO? No se puede..., no tenemos…, no hay…, no es posible… ¿Y sus semejantes? Se acabó…, está cerrado…, se rompió…, hasta la semana que viene…, hasta el mes que viene…. Creo que, como leí en algún lugar, hay gentes tan escasas de sentido común que no les queda el más pequeño rincón para el sentido propio.

El sentido común te dice que cuando se escuchan muchas veces esos vocablos vacíos llenos de negatividad o de malos augurios, algo anda mal en el entendimiento humano. Lo ideal es: o bien buscarse una coraza, un mantra, un resguardo, a la manera de un traje protector o con tapones para los oídos incluidos; o bien inmunizarse ante ellas y responder con sonrisas, con un Ya tendremos…, seguro que mañana…, a lo mejor…, siempre llegará….

De este asunto se dice que es el menos común de los sentidos, que siempre modera; que si no está, los otros sentidos se embotan; que es el mismo instinto de la verdad…. Mejor te dejo con este pronunciamiento del poeta y humorista estadounidense Oliver Wendell Holmes: "La ciencia es un magnífico mobiliario para el piso superior de un hombre, siempre y cuando su sentido común esté en la planta baja".

Ya voy terminando, no vaya a ser que mi sentido común se pierda entre tantas palabras, aunque puedes dejar algún comentario o comunicarte con nosotros. Sin embargo, no puedo dejar de agregar estas apreciaciones: nada mejor que decirle a los desesperados que la vida espera ALGO de nosotros y que sí importa que esperemos ese ALGO de la vida.

Claro que el sentido común nos reafirma que todo acaba, la finitud es propia de los seres humanos; hay más tiempo que vida y todos pertenecemos a la misma raza: la humana; vivimos en un solo planeta llamado Tierra y aquí nadie está exento de nada, podemos compartir las mismas preguntas con las mismas respuestas, sin importar el lugar de residencia o de nacimiento.

Claro que es más fácil ser genial que tener sentido común. Pero ese mismo sentido dice que existe un tipo de dialéctica y que no podemos saberlo todo, mucho menos tenemos todas las respuestas, aunque sí estamos vivos en nuestro pedacito de mundo. Entonces, ¿qué más nos queda?

Pues el mejor de los consejos: con sentido común, darle una bienvenida a la vida, respirar hondo cada mañana, decirle a octubre que después viene noviembre y después diciembre, aunque algunos nunca lo puedan ver…. Y mejorar la sonrisa con la que me leíste, sobre todo cuando el sol más apriete, le puedas guiñar el ojo al astro y volver a reírte de la vida.

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