domingo, 7 de diciembre de 2025

Maceo en la memoria



Por Marilys Suárez Moreno

Le llamaron el Titán de Bronce. Lo justificaba su figura hercúlea y lo bruñida de su piel broncínea, pero en Antonio Maceo Grajales coincidían no solo el genio guerrero y la integridad de su vida, sino su profundo pensamiento revolucionario y antimperialista. Con sus ideales marcados por estos principios,  tuvo una visión preclara de los acontecimientos que ocurrían en su época y se opuso rotundamente a la intervención norteamericana en Cuba.

Este siete de diciembre, pero del año 1896 cayó combatiendo en San Pedro, habanera zona de Punta Brava. Descansaba en su hamaca cuando le avisaron de la presencia en la cercana de una partida española que se había adelantado en sus predios. No lo pensó para empuñar su machete y salirle al encuentro. Ese día selló su caída en combate.

Antonio Maceo Grajales vio la luz en 1845 en Santiago de Cuba y junto con su familia fue de los primeros en incorporarse a la Guerra Grande (1868) al llamado de La Demajagua. Comenzó de simple soldado, pero sus acciones lo descubrieron como un guerrero nato y un eminente estratega, terminando la contienda con el grado de Mayor General, el más alto otorgado por el Ejercito mambí.

El mayor de los Maceo Grajales fue ejemplo en una familia de patriotas por la emancipación de Cuba. Lo describían como un hombre alto, fuerte y arrestado en sus acciones, pero también lo era en su decoro, sentimientos de humanidad e intransigencia revolucionaria, puesta a prueba cuando rechazó la onerosa paz del Zanjón en su histórica Protesta de Baraguá. Y anunció su decisión y la de los suyos de continuar la lucha. Lo que hizo con Martí en 1895, uniéndosele en su Guerra Necesaria.

Mariana, hoy Madre de las Patria cubana, formó combatientes, les adiestro la conciencia y les enseñó a sentir por la justicia y la libertad y bien se sabe que al calor de su patriotismo todos sus hijos tomaron el camino de la lucha emancipadora. Ninguno se rindió al enemigo, tampoco las mujeres,

Hablar del mayor de los Maceo Grajales es hacerlo del hombre íntegro y cabal que siempre fue. Luchó por la libertad de Cuba hasta caída en combate en un encuentro sorpresivo con el enemigo. Su muerte, junto al hijo del Generalísimo, Panchito Gómez Toro es un símbolo de la unión entre su generación y el joven relevo que le sucedía.

Vida imperecedera la del Titán de Bronce. Que honramos este siete de diciembre y siempre, a la luz de los tiempos.

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