martes, 18 de noviembre de 2025

Alzheimer: Un mal en expansión


Por Marilys Suárez Moreno

Entró al cuarto y me miró extrañada. ¿Dónde está mi mamá? Mami, no te acuerdas, ¿ella falleció hace muchos años? ¨Eso es mentira, mi madre está cuidando a los niños´´.

Fue el principio de una etapa que duraría seis años, hasta su muerte. Sus tres hijos, ya mayores, le parecían ajenos. Y a cada rato preguntaba por sus niños. La casa tampoco era la suya. Solo repetía una misma dirección, en el Camagüey de su crianza.

No pocas veces salía y se perdía en la calle. Familia y vecinos nos ayudaban en la búsqueda. Por suerte, la encontrábamos. Entonces se hizo imprescindible ponerle una reja a la puerta y esconderle cuchillos y fósforos, como a un niño o niña de pocos años.

No me rechazaba. Más bien buscaba mi presencia, sabedora quizás, de lo necesario que le era la persona que cuidaba de ella, la bañaba, alimentaba y procuraba calmar sus muchas ansias de evasión. Hoy, cuando veo la novela y a la actriz que magistralmente encarna a una mujer con alzheimer, veo reflejada mi historia y la de muchas mujeres y hombres que se convirtieron en cuidadores para sus más entrañables seres.

Cada día se perdía más en un mundo de tinieblas y añoranzas. Una característica de esta enfermedad de la desmemoria. Olvidan sus nombres y las de las personas que los rodean y se muestran, desorientados y hasta agresivos en ocasiones. Tampoco saben dónde están y qué se ha hecho de su mundo. ¿Cómo ayudarlo? Cuidándoles, protegiéndoles y dándoles mucho amor, pues requieren de una vigilancia y atención permanentes. Nunca gritarles, ofenderlos, empujarlos y sí mucha paciencia, afecto y apoyo físico y moral.

Nena no tuvo tanta suerte. Viuda, sin hijos y descuidada por su propia familia que le cobraban la pensión, sin que ella supusiera, deambulaba cada día pidiendo café, algo para comer o simplemente preguntando ¨¿Qué día es ho? Cuba, país que envejece por día, registra un aumento en el índice de enfermos y la probabilidad de desarrollar el mal, según los especialistas, se duplica cada cinco años, a medida que avanza la edad y son las mujeres las más propensas a desarrollar este tipo de demencia. Hoy la prevalencia se sitúa alrededor del 10,2 % de la población mayor de 65 años, con más de 1000 personas por año y se prevé que para el 2060 más de 260 mil personas vivirán con demencia.

La llamada Enfermedad de Alzheimer (EA) por sus siglas en inglés, es casi el 70 % de las demencias desarrolladas por la población mundial y es el padecimiento que requiere mayor atención y cuidados en los adultos mayores.

Como puede apreciarse, es una enfermedad de consecuencias severas a corto y largo plazo, pues el paciente se va deteriorando por días y esa decadencia de una forma u otra repercute en la persona a su cargo. Es una labor dura, compleja, que nos cambia la vida de la noche a la mañana con consecuencias incluso para la propia salud, dado el estrés que genera y las secuelas físicas que la prolongada manipulación de la persona afectada nos deja. Incluso, la mayoría de los cuidadores se ven forzados a dejar de trabajar y echar a un lado sus actividades habituales para asumir a tiempo completo el cuidado de su familiar.

En Cuba, con una perspectiva de vida más alta, el envejecimiento poblacional alcanzará en años venideros cerca de un millón de personas, lo que incide en el crecimiento proporcional de la enfermedad.

De ahí la importancia de que la persona cuidadora sepa cómo enfrentar determinadas conductas y acciones a seguir. Se habla de cursos especiales para ellas y ellos en Policlínicos y Centros de Salud, grupos de Whatsapp, etc. Pero como todas las cosas de la vida, cada quien tiene y sigue su propia receta, la misma que le dicta su saber, conocimiento de la persona a cuidar, experiencia de vida y la firme conciencia de velar hasta el último momento por ese ser que puede ser su madre, padre, esposa o esposo, un hermano o una hermana. Incluso, sin parentesco alguno, solo el del amor, la solidaridad y el humanismo.

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