miércoles, 3 de septiembre de 2025

Septiembre puede acompañarse de esperanza


Por Aime Sosa Pompa

Quería comenzar este comentario, en tono muy personal, preguntando: ¿y tú cómo llegaste a septiembre después de estas vacaciones que más parecieron recorterías de un viejo libro lleno de inventos que un recetario con propuestas fáciles para hacer y saborear? Pero decidí entrar directo con esta afirmación: entre apagones que no solo cortan la luz sino a veces hasta la paciencia, las colas hasta para el agua que no siempre llega, y ese transporte que te pone a prueba; no parece fácil encarar con ganas ni claridad este noveno mes del año. 

Ahora que regresamos de unas medio vacaciones que para muchas no han sido semanas de descanso, podemos sentirnos como si camináramos entre malezas por donde nadie ha pasado en un buen rato. Así de confuso y desordenado puede estar nuestro ritmo y nuestra mente al empezar septiembre, que en el calendario se abre como una promesa envuelta en dificultades avisadas. Digo más, hay quien ya ha confesado: "ahora es que voy a descansar". Y tiene toda la razón, más todo el derecho también.

Quiero alentarlas, hasta a mí misma, y por eso reafirmo que este mes no tiene que ser una carga extra, sino más bien una oportunidad para construir desde lo pequeño, para abrir las rutas que queremos transitar en ese sendero que parecía perdido cuando se hizo un stand by semanas atrás. 

Tenemos el chance de reconectar con nosotras mismas y con el entorno, aprendiendo a navegar, incluso cuando el camino no está claro, con la serenidad de quien sabe que las malezas pueden ser apartadas y que los senderos están ahí, marcados por las memorias y las experiencias. No se trata de poner la vara alta y exigirnos perfección, sino de encontrar ese equilibrio justo que nos haga volver a caminar, paso a paso, sin prisa pero sin pausa.

A las mujeres, a las que llevaron y seguirán sosteniendo en sus cuerpos, las esperanzas de todos los espacios donde son poderosas, les digo que tenemos que ser compasivas con nosotras mismas: la vida está dura, pero no por eso hay que dejar que la frustración nos gane. 

Ahí donde sientan que el cansancio o el desorden les trancan el andar, intenten abrir de a poco ese camino, con todo lo que significa ser mujer en Cuba hoy. Yo me lo digo a cada rato: alimentar el alma es parte de hacer resistencia.

La invitación está en encontrar ese equilibrio tan humano entre avanzar y detenerse, entre hacer y abrazar la lentitud, donde el verdadero aprendizaje no sea solo académico sino vital, feminista y profundamente cubano. 

Este septiembre, entonces, iniciemos el camino con esperanza y realismo, conscientes de que si algo sabemos en este archipiélago es resistir, reinventarnos y, sobre todo, caminar juntas, despejando lo malo y creando nuevas rutas. El desafío es grande, pero la esperanza también lo es.


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