lunes, 23 de junio de 2025

Andrea Oliva: Mima seguirá pegada a la tierra mientras viva

 


Fotos: José Luis Camellón

Por José Luis Camellón y Yainerys Avila Santos

Por los contornos cercanos a la comunidad de Santa Rosa, en el municipio de Taguasco, en la provincia Sancti Spíritus, Andrea Oliva Naranjo - o Mima, como la conocen todos- desanda desde el amanecer entre los trajines familiares, la cocina de leña, el sembradío y la cría de animales.

Las huellas en el rostro y en las manos, la sabiduría con la que hilvana las pocas palabras, pues tampoco es de las que anda hablando de lo hecho en sus siete décadas por más que muchos lo piensen, la humildad y el celo con los que sigue los pasos de la finca Tres Hermanas, de la Cooperativa de Crédito y Servicios Obdulio Morales, delatan una vida consagrada a uno de los sitios más reconocidos por su productividad y entregas al Estado.

Su esposo Ramón Marrero Medina fue uno de los campesinos más destacados en este territorio central y, quizás, en Cuba toda; sin embargo, detrás del fogón, entre el humo y el olor de sus afamados frijoles negros, entre los animales que nunca le abandonan y la consagración a una familia que le ha seguido los pasos, Mima atesora una hoja de existencia que merece el mayor de los elogios.

Ahí he echado mi existir, subrayó al tiempo que apunta a la cocina que ya le espera, y le digo que en eso de cocinar rápido en la leña no hay quién me ponga un pie delante, creo que hasta a eso me adapté, a estar dentro del humo y con los ojos arriba del caldero.

Antes vivíamos en una finca más atrás. Hace como 20 años nos mudamos para este lugar que le dieron a Marrero en usufructo, confesó esta taguasquense que no entiende de lo mal hecho si del surco se trata y que en la sitiería ha aprendido de todo, menos a cortar y fumigar tabaco.

Jamás he sido mujer de lujo ni tampoco de huirle al trabajo, mi vida ha sido estar pegada a la tierra, al fogón y, claro, laborando en el campo, precisó, aquí lo principal siempre fue la vega, pero el ganado y los cultivos varios son cosas distintivas, porque la verdad que Marrero sembraba de todo.

Fue mucho el tabaco que tuve que retocar hasta la última barredera dentro de la casa, eso no tiene nada de fácil. Hay que estar horas encaramada ahí adentro, una tarea fuerte, no obstante, en todo momento lo ayudé a echar pa'lante las producciones puesto que era muy trabajador y le gustaba que todo saliera bien, al detalle.

A las horas dedicadas al fogón y a la labranza de "algún que otro pedacito, incluso, hasta de una veguita", Mima sumó su afán por el cuidado de los animales; me gusta mucho y criar puercos es lo que más disfruto, tenerlos así, sueltos, acotó.

Aunque las condiciones del campo han cambiado en los últimos años y los jornaleros para mantener una obra como la de “Tres Hermanas” escasean, a Andrea Oliva Naranjo nunca le pasó por la mente alejarse de la finca.

No me interesó irme de la campiña, una como que se pega a la tierra, a los hijos varones les dimos ese ejemplo: aprendieron bien las lecciones del padre y siguen ese rumbo, son muy laboriosos, a lo mejor les falta un poquito para estar a su altura, confiesa mientras acomoda en la memoria su vida al lado de un hombre que aún hoy es ejemplo en cualquier escenario productivo.


De tal palo...
Seguir produciendo tabaco, viandas, multiplicar y mejorar el rebaño y entregar cada renglón al Estado constituye una máxima que defienden los hijos de Mima y Ramón que a la muerte de su progenitor asumieron las riendas del sitio.

Ni se ha perdido ni se va a perder la finca, recalcó esta fémina que observa con orgullo la continuidad de la tradición campesina, esa es la huella de Marrero, a los muchachos no tuve que pedirles que se hicieran cargo, lo quisieron asumir.

A mí lo que me gusta es el tabaco, apuntó José Félix, quien se ocupa, además, de los carneros, pero mi papá también cosechó yuca, plátano, boniato… me fui por ahí y me guío por su "librito".

Aquí siempre distinguieron tres cosas: el ganado, la vega y las viandas, nada ha decaído, la intención es llevar la finca a más desarrollo, manifestó.

En tanto su hermano Raudel se encarga propiamente de la ganadería, a Mima la respetan y le hacen mucho caso dada su experiencia.

He pasado buena parte de mi existencia pegada al fogón de leña. Ya no ando al ritmo de antes, estoy vieja y "cansá"; sin embargo, Mima seguirá atada a la tierra mientras viva, confesó casi al término de la conversación quien sigue siendo un ejemplo en “Tres Hermanas” y más allá.

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