martes, 7 de enero de 2025

Ocurrió un ocho de enero

Por Marilys Suarez Moreno


Por estos días avanza hacia la capital cubana la caravana que reedita aquella otra que cada año recordamos como Caravana de la Libertad, tal como ocurriera aquel histórico dos de enero de 1959, cuando Fidel salió de Santiago de Cuba al frente de la gran Caravana libertaria que recorrió el país de extremo a extremo.

El entusiasmo popular era inmenso y desbordado al paso de las columnas rebeldes por provincias y ciudades. Lo precedía la exaltación gigantesca de un pueblo alegre y feliz del triunfo revolucionario.

Y aunque la reacción militar y la anarquía amenazaban a la naciente Revolución, la estrategia y la serena energía del invicto Comandante rebelde, tanto como la rápida marcha de las columnas del Che y Camilo hacia La Cabaña y Columbia y el llamado a la Huelga General, pudieron derrotar la amenaza y consolidar la victoria.

Hasta el ocho de enero de su entrada a La Habana la caravana recorrió el país en triunfal recorrido popular. Una marea enardecida de pueblo jubiloso repetía en pueblos y ciudades el mismo nombre: ¡Fidel, Fidel!, protagonista conocido de aquel triunfo, líder de la triunfante Revolución.

Los barbudos habían dejado atrás sus trincheras en la Sierra Maestra y en otros bastiones de lucha contra el dictador Fulgencio Batista para marchar por las diferentes ciudades en una ruta de más de mil kilómetros en histórica caravana, que tomaba el nombre de libertad, alusivo a su partida triunfal desde Santiago hasta La Habana.

Justamente hace 66 años entraban en la leyenda de la patria, convertidos en soldados de la Revolución, en un verdadero ejército de héroes y también de heroínas, puesto que fueron muchas las mujeres que, desde las filas de la clandestinidad o la lucha guerrillera, como el batallón femenino Mariana Grajales, creado por Fidel en la Sierra Maestra, combatieron por la patria.

Un mar encrespado de pueblo jubiloso se volcó al Malecón, avenidas e intersecciones donde se sabía iba a pasar la caravana rebelde. El arribo a la capital del país se produjo alrededor de las 2 y 30 de la tarde del jueves ocho de enero.

Una Habana que los esperó durante horas y horas, vestida de verde olivo y rojinegro para la ocasión, aclamaba a los héroes. Aquel día imborrable Cuba se llenó de historia, de gloria permanente.

Todos querían ver y abrazar al Fidel del Moncada, el Granma y la Sierra, un hombre convertido en leyenda y, casi por igual, aclamaban a Camilo, el Héroe de Yaguajay, el mítico guerrillero de larga barba y sombrero alón.

Una Habana engalanada de pueblo los recibió en esta última parada, tras larguísima espera. Aclamaba a los héroes, gozosa de tenerlos cerca, de vislumbrar los rostros que habían hecho su parte en la historia cubana.

Tras la entrada de la Caravana en la otrora fortaleza militar de Columbia, se escuchó la voz de Fidel, que aquel día, con Camilo al lado, pronunció uno de sus más trascendentales discursos, ante un polígono repleto.

Durante horas, toda Cuba lo escuchó. Premonitorio dijo que el pueblo había ganado la guerra y tenía que prepararse para ganar la paz y conquistar el porvenir, porque esa era su más grande preocupación y responsabilidad ante la historia y ante el pueblo de Cuba.

A 66 años de la histórica fecha, reeditada cada año siguiendo la ruta animada por Fidel y el triunfante Ejército Rebelde desde Santiago de Cuba hasta La Habana, la tradición rememora el camino seguido en caravana de jóvenes, adolescentes y niños. Ahora la integran veteranos combatientes rebeldes, pioneros y jóvenes destacados de estos años, no menos convulsos y hasta mucho más, quizás, pero en permanente Revolución.

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