Por Marilys Suarez Moreno
Tenía la disciplina, rigor y talento para hacer que su obra literaria trascendiera su existencia. Quizá porque siempre dio ese extra que se necesita para triunfar y trascender en cualesquiera de las estaciones de la vida.
Por millares se cuentan las mujeres que se entregaron a la creación o al estudio literario en Cuba. La enseñanza de las letras en particular, ha agrupado a centenares de jóvenes universitarias a los largo de los años, antes y ahora.
Un ejemplo de ellos lo fue la escritora, pedagoga, periodista, poeta y ensayista Mirta Aguirre Cerreras, quien combinó sus estudios y su trabajo con su militancia política y revolucionaria.
Nacida en La Habana el 18 de octubre de 1912, Mirta se graduó de Derecho en 1941, doctorándose en Leyes y desempeñándose posteriormente como profesora universitaria, al tiempo que continuaba escribiendo y haciendo poemas.
Tenía disciplina, rigor y talento para hacer que su obra literaria trascendiera. Quizá porque siempre dio ese extra que se necesita para nunca cejar en las ideas que la acompañaron siempre y esas ansias de propagarse en lo que tanto amó y fue luz de su existencia, la literatura.
El periodismo no le fue ajeno y ejerció la profesión primeramente desde las páginas del periódico Hoy, donde tuvo a su cargo durante años la sección de cine y teatro de ese diario, pues allí laboró y escribió miles de enjundiosas cuartillas sobre esas ramas del arte, entre los años 1944 y 1953, con un reencuentro tras el triunfo de la Revolución, en sus dos años primeros.
Mujer de vasta cultura, siempre estuvo presta a nuevos estudios y saberes, como los especiales que hizo de literatura, música y filosofía marxista, sin abandonar jamás su militancia política, pues Mirta fue miembro de la liga Juvenil Comunista y la Liga Antimperialista, Defensa Obrera Internacional, Partido Socialista Popular y Partido Comunista de Cuba, donde militó desde 1932; fungió también como vicepresidenta de la Federación Democrática de Mujeres Cubanas.
Los días sangrientos de la dictadura de Gerardo Machado la obligaron a exiliarse en México y a su regreso a la patria continuó su desempeño literario y revolucionario, a la par que se destacaba como militante LGBTQ.
La escritora rubricó su poética con singularidades que la caracterizaron desde sus primeras obras narrativas y poemas en el vasto panorama de la literatura cubana. Entre sus libros destacan Juegos y otros poemas, Del encausto a la sangre, Sor Juana Inés de la Cruz y el Romanticismo de Rousseau a Víctor Hugo.
Sencilla y modesta en su quehacer rebelde y literario, su vida fue un ejemplo de consagración a las ideas que siempre profesó y a las artes en toda su extensión, pues no solo fue responsable política de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, sino que por varios años integró el Consejo de Dirección de esa institución.
Revistas como Cuba Socialista, Casa de las Américas y el Semanario Última Hora la tuvieron entre sus autoras más cotizadas. Además, incursionó en la radio y la televisión como guionista.
Vale aclarar que en ocasiones la escritora y periodista se valía de seudónimos como Rosa Iznaga, Rita Argumetti y Luis Robles Garza para calzar en los diferentes medios comunicacionales a su labor periodística y literaria.
Identificada plenamente con la Revolución, continuó aportando todo su talento a la Cultura cubana, primero en el Consejo Nacional de Cultura y después como directora de la sección de teatro y danza de esa institución. Siempre presta a asesorar en lo que se le pidiese.
Y como de casta le viene al galgo, vale decir, a modo de acotación, que su hermano Sergio Aguirre fue un notable historiador y autor de importantes textos históricos, además de ejercer como profesor y director de la Cátedra de Historia de la Universidad de La Habana.
Pero si alguna obra distingue la prosa de Mirta Aguirre, quien falleció en agosto de 1980 e hizo que su nombre repercutiera aún más en la memoria del pueblo cubano es su hermosa Canción antigua al Che Guevara, incluido en el libro para niños (as) Juegos y otros poemas, un hermoso texto escrito en decasílabos que evoca los cantares de gesta en ritmo épico.
” ¿Dónde estás, Caballero Bayardo?, caballero sin miedo y sin tacha? En el viento, señora en la racha que aciclona la llama en que ardo. …. “Hecho saga en la muerte…Hecho historia, señora, hecho historia”.
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