viernes, 18 de octubre de 2024

Por la redención de la Patria



Por Marilys Suárez Moreno

El 18 de octubre de 1868 Bayamo fue tomada por las huestes insurrectas del abogado bayamés Carlos Manuel de Céspedes, el mismo que 10 días antes había lanzado a la nación a la primera de sus luchas emancipadoras.

Por eso Candelaria Figueredo Vázquez, Canducha para sus allegados, no titubeó cuando su padre, Pedro Figueredo Cisneros, autor de nuestro Himno Nacional y miembro de la Junta Revolucionaria de 1868, le preguntó: “Canducha, te atreves a ser la abanderada que recorrerá las calles de Bayamo? Y presta y categórica respondió: “Nada me haría más feliz que dar mi vida y mi sangre por la redención de la Patria”.

Y fue conocida como La abanderada de la División Mambisa por el ejemplo de valentía y patriotismo que ofreció, cuando a lomo de su brioso corcel entró en Bayamo al frente de las tropas mambisas, vistiendo los colores de la enseña nacional y llevando en una de sus manos la bandera que confeccionó su hermana Eulalia.

Orgullosa recorrió al frente de aquellas huestes heroicas las calles y plazas de Bayamo, primera villa en ser tomada por los insurrectos cubanos y también la primera ciudad en ser quemada cuando tuvieron que abandonarla y el enemigo recogiera solo sus cenizas.

Nacida en Bayamo, el dos de febrero de 1852, Canducha vivió inmersa en el ambiente de conspiración que envolvía a la ciudad y en especial a su familia.

Ella, al igual que el resto de los suyos, anhelaba la independencia del yugo colonial español. Por eso aceptó de inmediato la propuesta paterna Y contenta de ser la abanderada de aquella División de patriotas, marchó entre los acordes de la marcha guerrera compuesta por su padre y llevando con júbilo de cubana la enseña patria.

La cuarta de los 11 hijos del abogado bayamés Perucho Figueredo con Isabel Vázquez, hermana de Luz Vázquez, la célebre joven a la que le dedicaron la famosa pieza musical La Bayamesa, brilló con luz propia en el concierto de aquellas heroicas mujeres que se enfrentaron a los mayores sufrimientos y desafíos durante las gestas independentistas cubanas.

Por los campos orientales anduvo mucho tiempo, resistiendo los avatares de la lucha y ayudando a los insurrectos en sus dificultades, hasta que fue detenida y encarcelada en el Fuerte Zaragoza, de Manzanillo y supo posteriormente del fusilamiento de su amado padre.

Puesta su vida a salvo por influencias amigas que le consiguieron la libertad, marchó al extranjero, donde también enfrentó hambre y vicisitudes.

Aquel fue el primero de muchos actos patrióticos protagonizados por Canducha, quien por sus ideas sufrió cautiverio y se vio obligada a emigrar, pero mambisa de acción y sentimientos no desmayó nunca en sus empeños, a pesar de que tanto ella como su familia sufrieron en carne propia todas las penalidades de la guerra, incluida la muerte de muchos de sus seres queridos.

Corriendo el año 1877 Canducha se casó con el joven Federico del Portillo con quien tuvo nueve hijos y finalizada la guerra de 1895 regresó a Cuba con su familia, estableciéndose en La Habana, donde falleció un 20 de enero hace 110 años. Antes de morir, dispuso que su ataúd fuera envuelto en la bandera cubana que había sido el sudario de su madre.

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