En el marco de la Semana Mundial de la Alfabetización Mediática e Informacional 2024, revista Mujeres invita a reflexionar sobre las normas y estereotipos de género que perpetúan las desigualdades en el acceso a la educación de calidad.
Por Lisandra Chaveco
La educación es una de las herramientas más valiosas con las que cuenta la sociedad para disminuir las brechas y romper las barreras de género. Sin embargo, a nivel mundial las mujeres y las niñas siguen enfrentando desigualdades para acceder a una educación de calidad.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), aproximadamente 129 millones de niñas están fuera de la escuela, incluidas 32 millones de niñas en edad de educación primaria y 97 millones de adolescentes en educación secundaria.
Esta disparidad es especialmente pronunciada en países en desarrollo, donde las niñas enfrentan múltiples obstáculos, como normas restrictivas, matrimonio infantil, pobreza, violencia de género y falta de instalaciones educativas seguras y accesibles. Las barreras socioeconómicas y culturales a menudo limitan las oportunidades educativas de las niñas, perpetuando así la pobreza intergeneracional y la desigualdad.
La brecha de género en el acceso a la educación no solo limita el potencial de millones de mujeres, sino que también refuerza las desigualdades de género en todos los aspectos de la vida.
Por tanto, el acceso a la educación es un factor determinante para el empoderamiento de las mujeres, y una fuente de mayores y mejores probabilidades de participar en la toma de decisiones dentro de sus hogares y comunidades, acceder a trabajos mejor remunerados, tener menos hijos e hijas, y mejorar la salud y el bienestar de sus familias.
Además, la educación fortalece las capacidades críticas, cognitivas y socioemocionales de las mujeres, permitiéndoles cuestionar las normas patriarcales y abogar por sus derechos. En este sentido, la educación es una herramienta poderosa para desafiar las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad de género.
Tecnología e innovación: más brechas en la mira
Las normas y los estereotipos de género arraigados en la cultura siguen presentes en los planes de estudios, en los libros de texto y en la enseñanza, y limitan el horizonte de las niñas respecto de qué estudiar y qué carreras seguir. A nivel mundial, hay mayor asistencia de mujeres jóvenes que de hombres en la educación terciaria; no obstante, en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, las mujeres conforman sólo el 35 % del alumnado. En el campo de la tecnología de la información y las comunicaciones, la participación de las mujeres es sólo del 3 %.
A nivel internacional, las jóvenes quedan atrás en los campos mencionados. Tanto el personal docente como las familias, con o sin intención, perpetúan los sesgos en cuanto a qué tipos de trabajos son “apropiados” para las mujeres y los hombres. En Filipinas, las niñas de sólo 10 años pierden el interés por la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas pues perciben que estas carreras son de hombres y consideran que las niñas son naturalmente menos habilidosas en estos campos. Sin mujeres como ejemplo de desarrollo en dichos campos, estas percepciones se refuerzan continuamente. Las mujeres conforman sólo el 19,9 % de las profesionales de la ciencia y la ingeniería.
Cerrar la brecha de género en la educación es crucial para el empoderamiento de las mujeres y la creación de sociedades más equitativas y justas. Solo así se podrá avanzar hacia un mundo donde todas las mujeres y niñas tengan la oportunidad de desarrollar plenamente su potencial y contribuir al desarrollo de sus comunidades y naciones.
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