viernes, 31 de mayo de 2024

Para Max: “el arte es la forma más hermosa de hacer activismo”

 


Por: Alessandra Valera Padilla, estudiante de 4to año de periodismo, Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.



Soy poesía
porque nací en Cuba.


Soy poesía porque soy
creada por mí.


Soy poesía
porque no es por nada:
Yo estoy buenísima.


Soy poesía
porque Soy Max,
una mujer trans negra feminista
que trata
de ser ella misma
dentro de una
realidad
racista
machista cis
heterosexista.


Max ríe, sufre, llora
piensa, cuestiona,
porque yo, Max, estoy cansada.


Max Fonseca es una poetisa cubana trans de 28 años, nacida en Jesús María, un barrio del capitalino municipio de Habana Vieja. Ella ha descubierto en el arte de la lírica, una herramienta para expresar sus sentimientos, frustraciones y molestias más intrínsecas, que por mucho tiempo llevaba dentro.

Con su carácter risueño y desenfadado, declama sus versos con la libertad que tanto tiempo le costó obtener. Así se le pudo ver en una de las presentaciones del Proyecto de poesía decolonial “Ennegrecer”, al cual fue invitada el 3 de febrero de este 2024 en la Madriguera, en la capital cubana.

Sus líneas agrupan la musicalidad del amor a su identidad, a su cabello y a su orgullo de ser una mujer trans y afrodescendiente. Como una de las tantas maneras en que una mujer alza su voz, ella escogió la poesía y, por medio de esta, grita el poder de la mujer cubana y su lucha afrofeminista.

En una entrevista en exclusiva para la revista Mujeres, Max nos comenta sus perspectivas con respecto al afrofeminismo cubano y su relación con el arte y el activismo.


 


¿A su juicio, que definiría por afrofeminismo o feminismo negro?

-El feminismo negro, también denominado afrofeminismo, es una corriente de pensamiento y acciones de resistencia que han practicado las femenidades y disidencias afrodescendientes y negras para sobrevivir las opresiones de raza, género y clase. Es la forma que encontramos para luchar nosotras misma por nuestra causa, posicionar nuestros derechos, que no habían sido anteriormente defendidos por nadie.

¿Considera que en Cuba existe una práctica activismo-academia afrocentradas, es decir, un diálogo entre la academia y el activismo, específicamente para abordar temas de feminismo negro?

-Pese a que en Cuba la mayoría de la población es afro, la academia luce blanqueada y el activismo relacionado con temas del feminismo negro abarca, en su gran mayoría, a personas negras; aunque eso está cambiando poco a poco, el trabajo que queda es mucho mayor. De igual modo, no son priorizados los temas afrocentrados, así como la bibliografía y el arte y menos aún en la academia, donde falta mucho camino por recorrer, desde la investigación y el estudio, hasta la inclusión de temas de género en las escuelas.

 ¿A su entender, el arte también es activismo?

-El arte lo es todo y lo puede todo. Creo, de hecho, que es la mejor manera de enseñar, de dejar huella sobre las cosas, de hacer pensar a las personas. Sí, el arte es activismo también y diría que una de las formas de activismo que más impacto tiene en la sociedad. En mi opinión, es la forma de activismo más linda y de disfrute de todas.

¿Cuáles serían los principales desafíos que enfrenta el afrofeminismo cubano desde el arte?

-Desafíos siempre hay y, en este caso, son muchos más, porque no solo se trata de derechos o visibilidad, hablo también de la sensibilidad, la empatía y la comprensión. Aún siguen siendo muchas las trabas. Nuestro arte está limitado por el machismo, el racismo y la discriminación que viene de todas partes; que nace, claro está, de un pensamiento cerrado y antiguo, con el que aún tenemos que batallar muchísimo.

Desde su perspectiva de poetisa trans, ¿qué limitantes priman a la hora de hacer un poema, desde el activismo, con fines educativo?

-Diría que el problema principal sigue radicando en la ignorancia y en la falta de empatía. La gente tiene demasiados prejuicios y eso les ciega, muchas veces es difícil llegar al público precisamente por esos sesgos mentales que tienen. Les resulta más fácil juzgar y vetar a una persona por ser diferente, en lugar de desbloquear su mente y permitirse escuchar lo que alguien más tiene que decir. Es duro decirlo, pero hay odio, hay mucho odio aun en la gente hacia las personas trans, parece que resulta imposible entender que nosotros somos personas también y que sus comentarios ofensivos y críticas mal intencionadas acaban muchas veces con nuestras buenas intenciones de cambiar el mundo.

A su juicio, ¿cuáles serían las proyecciones primordiales a la hora de generar una práctica activista antirracista y decolonial desde el arte?

-Necesitamos visibilidad: destacar los proyectos emergentes, creo que es lo más importante. Se están haciendo muchas cosas referentes a este tema y no se conocen prácticamente. Es necesario apoyar todos estos procesos, desde una mirada interseccional. Por otra parte, es importante seguir de cerca el trabajo de intelectuales, artistas, activistas; todos ellos son educadores que nos ayudan a desaprender todas las estructuras discriminatorias que heredamos de la colonización; teniendo en cuenta, por supuesto, la realidad que existe hoy día y tomando como partida la habilitación de estrategias gubernamentales y cierta implementación de políticas públicas, como lo es el Programa Nacional de la Lucha contra el racismo y la Discriminación racial.

¿Cuáles serían los caminos pendientes a recorrer por el afrofeminismo cubano?

-Necesitamos, principalmente, reparaciones históricas, que nos devuelvan nuestro lugar y nuestro valor como mujeres afro. Es importante el cambio de pensamiento para seguir avanzando en el proceso de igualdad. Por supuesto que es sumamente importante la gestión de políticas públicas, pero lo más necesario es hacer llegar esas nuevas posibilidades a la gente; la gran mayoría de las personas no conoce la existencia de estas herramientas y eso es un problema importante. Pienso que el primer paso es priorizar estos temas, visibilizarlos, que la gente sepa lo que ocurre y puede actuar al respecto. Ese sería el camino más cercano para lograr la prominencia del afrofeminismo.

La visibilidad y la empatía con estos temas es la clave principal para el cambio. Cuba quiere seguir unida desde la sororidad y la interseccionalidad, para que se sigan respetando todas las diversidades y todas las personas. Si bien es cierto que la Cuba de hoy tiene una misión de inclusión y empatía con los temas de género inmensamente superior a la de años atrás, aún falta mucho trabajo por delante. Es importante que la teoría y los conocimientos no se queden en la academia y en los intelectuales; se precisa cambiar el pensamiento, también desde la base, en las escuelas y comunidades, para lograr el verdadero cambio que necesita el país.



Cansada


de que me lean
como un cuerpo,
como un objeto…


Necesito una rosa,
que me regalen
una rosa.


Necesito
que me amen
y me aprecien
por quien realmente soy,
no solo apariencias.


Max, conciencia
Max es inteligencia
Max, sentimiento
Max es magnificencia
Max, profunda
Max es poderosa
Max
INTERIORMENTE
HERMOSA
y por eso,
Soy poesía.

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