miércoles, 8 de mayo de 2024

Mejores ejemplos y menos sermones



Por Marilys Suárez Moreno

Muchas madres (por lo general son ellas), se pasan el día llamando la atención a sus hijos e hijas sobre todo lo que hacen mal o no hacen, pero no toman medidas concretas para cambiar la situación y estimular en su descendencia los mejores ejemplos.

Debemos ahorrarnos los sermones que el niño o la niña de corta edad no entiende y que a quienes tienen  más edad no les interesa, además, producen pocos resultados ya que el infante se acostumbra a esa “muela” y no les causa ningún efecto.

Cuando algún infante actúa incorrectamente, lo más práctico es abordar de inmediato el problema y resolverlo a fin de evitar que ese proceder se haga habitual y tome derroteros más difíciles y problemáticos. Incluso, recordatorios pequeños como cuidar de su ropa y juguetes hasta el arreglar su cama al levantarse, resultan buenos ejemplos a la hora de encausar sus horarios de vida La explicación mediante la palabra y el ejemplo mediato es una buena manera de enseñarles desde ya pequeñas responsabilidades.

Importa recordar que, por mucho que lo reprendamos, lo fundamental es el modelo que se le ofrezca al niño o niña, que debe descubrir en el ejemplo cotidiano y el razonamiento oportuno de los mayores, que las necesidades y deseos personales sólo pueden cumplirse si se conjugan con los de los demás.

Lo fundamental es que las exigencias que se hagan al menor descansen en fundamentos correctos de acuerdo con su edad, y que estos se cumplan unánimemente por todos los que lo atiendan. En líneas generales, al hacer un planteamiento a un niño o niña deben seguirse estos pasos:

Explicarle sencilla y claramente las razones por las cuales debe actuar en determinada forma y que el adulto sea ejemplo positivo en el cumplimiento de lo que se le pide. Asimismo, tratar de que el menor practique lo que se le demande a través de la acción directa. En otras palabras, las palabras, los razonamientos, deben de ir acompañadas del ejemplo y de la acción de la niña o el niño, cumpliendo lo planteado.

Si existe una actitud persistente por parte de todos en la consecución de los encargos, estos se satisfarán a tiempo con agrado y con naturalidad. Siempre tendremos la frase halagadora y cariñosa para alentarle cuando cumple correctamente sus responsabilidades por mínimas que sean. Todo eso hace que el niño o niña se sienta estimulado por sus progresos y trate de continuar perfeccionándose cada vez.

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