Foto: Tomada de El Periodico.
Por Beatriz Ramírez López
En 1929, el mundo conocería uno de los textos feministas más revolucionarios en torno a la dominación histórica del hombre en la sociedad y, específicamente, en la literatura. La escritora británica Virginia Woolf, en su ensayo “Una habitación propia”, recreaba cómo hubiera sido la vida de una hermana de William Shakespeare con el mismo talento artístico que el afamado dramaturgo.
Desde temprana edad, la ficticia mujer expresaría su pasión por descubrir el mundo y escribir, pero no sería enviada a la escuela; por tanto, no tendría acceso al mismo conocimiento que su familiar. Tampoco poseería la oportunidad de cultivarse intelectualmente entre libros, pues estaba supeditada a las labores hogareñas y al matrimonio.
Este magistral ejemplo explicado por Woolf muestra la brecha de derechos y oportunidades que ha existido históricamente entre mujeres y hombres, fisura no sanada con el devenir del tiempo, ni por un consenso social sobre el asunto. Los derechos han sido ganados a golpe de lucha feminista en el mundo entero.
El feminismo no es tema de las nuevas generaciones ni una ideología en busca del sometimiento masculino; se establece como el prisma fundamental en la lucha de las mujeres por considerarse personas.
Su papel reivindicador reside, según la periodista y académica Isabel Moya, en transformar la sociedad en torno a un ser humano mejor: hombre, mujer o personas con identidades diversas.
En sus casi tres siglos de existencia, mucho se ha teorizado en torno al término; sin embargo, no es un proceso esquemático ni cerrado. «Se trata de un movimiento social crítico que, a partir de su intervención concreta, se sitúa en permanente confrontación y diálogo con la realidad social y con su propia evolución interna», refiere Justa Montero, experta en género y políticas de igualdad española, en el artículo “Feminismo: un movimiento crítico”.
El feminismo propugna un cambio en las relaciones sociales que conduzca a la liberación de la mujer –y también del varón–, a través de eliminar las jerarquías y desigualdades entre los sexos. También puede decirse que es un sistema de ideas que, a partir del estudio y análisis de la condición de las mujeres en todos los órdenes –familia, educación, política, trabajo y otros–, pretende transformar las relaciones basadas en la asimetría y opresión sexual, mediante una acción movilizadora. Así lo explica la investigadora argentina Susana Gamba en “Feminismo: historia y corrientes”.
Por su parte, la escritora y ensayista española Celia Amorós, en su artículo “Feminismo: igualdad y diferencia”, lo define como un pensamiento, teoría crítica y movimiento social, cuyo fin es promover un proceso de cambio social que abarca todos los aspectos de la existencia humana, partiendo desde el nivel político-económico hasta el orden cultural y simbólico dentro de la sociedad. Mientras que la antropóloga e investigadora mexicana Marcela Lagarde lo construye teóricamente, en “Identidad de género y feminismo”, como una crítica al andamiaje androcéntrico y patriarcal, a través de la acción, la experiencia y la subjetividad de las mujeres. Es, asimismo, una alternativa práctica de vida igualitaria y equitativa.
Existen divergencias en los inicios del feminismo, pues se desdibujan en una serie de obras que abordan la subordinación de las mujeres en la sociedad. Algunas muestras de este incipiente feminismo lo constituyen las obras “La ciudad de las damas” (1405), de Christine de Pisan; el “Tratado de Igualdad entre los hombres y mujeres” (1622), de Marie de Gournay y “Una propuesta seria a las damas para el avance de su verdadero y mayor interés” (1694) de Mary Astel; y a fines del siglo XIII, Guillermine de Bohemia planeó establecer una iglesia para el sexo femenino.
Amorós ha señalado la obra del filósofo cartesiano Poulain de la Barre “Sobre la igualdad de los sexos” (1673) y los movimientos de mujeres desarrollados durante la Revolución Francesa como dos puntos imprescindibles en la articulación del feminismo moderno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario