lunes, 13 de noviembre de 2023

Con la 440 bajo los pies

 


Texto y fotos: Yenli Lemus Domínguez Especial de la ACN para Mujeres

“María Antonia Valladares es de las personas que se dedica lo mismo a ayudar a un enfermo que a barrer el patio, guataquear, chapear, hace lo que tenga que hacer en la bloquera”, así se reconoce a la única mujer que trabaja directo a la producción en la Fábrica de Bloques José Martí, en el municipio de Cárdenas, provincia Matanzas.

“Nosotros aquí entramos lo mismo a las dos, a las cuatro, que a las seis de la mañana; laboramos sábados, domingos y hacemos de todo. Para mí no hay diferencia entre los hombres y las mujeres, tal vez somos un poco más fuertes que ellos porque cuando decimos mujer decimos responsabilidad dos veces, porque ella es federada y el hombre no, y si hacemos el trabajo que debemos, dominamos el país”, dice la cubana y sonríe.

Sobre una silla de 1.50 metros de altura opera una pizarra que define la dosificación para componer el hormigón. Desde allí explica resuelta: “Esto es automático, pero cuando se da una rotura de un interruptor o un magnético trabajamos manual, que es más complejo porque hay que prestar mayor atención”.

“Es difícil, aquí arriba los pies se acalambran”, dice mientras afinca las manos en la silla. “Se traga polvo y cemento porque, como ya la cabina no tiene aire acondicionado, no puedo cerrar las ventanas, es muy caluroso; pero nunca hemos dicho que no, hay mucho que tener en cuenta; pero no podemos pararnos porque si nos paramos, perdemos.

“Comencé en la fábrica en 1987. Soy fundadora. Tenía otra plaza, pero por necesidad decidieron que me formara en La Habana como operadora; pasé un curso y desde entonces estoy aquí. Es un poco complejo este trabajo –reitera--, pero nada imposible, somos muy unidos.

“Salgo de mi casa a las 5:00 am, a las y media cojo el carro, llego y reviso el compresor, abro la compuerta, pongo dosificaciones, reviso el material: si está seco, mojado, si hay humedad… para después comprobar todo el sistema y empezar a trabajar a las 7:00 de la mañana hasta las 12:00, que almorzamos y retomamos a la 1:00 pm hasta las 4:00 de la tarde, pero realmente hacemos reajustes para cumplir el plan.

"Tengo que mirar por la ventana porque es una fábrica muy vieja. Hay que tener ojo clínico para detectar si el material está seco o mojado, para regular el agua; si la compuerta se abrió o cerró, que no se me pase el cemento..."



María Antonia trabaja con la corriente de 440 voltios bajo los pies, pero parece que es ella quien tiene tanta energía: "Tengo que velar por lo que el cargador me echa en las torvas, vigilar mi trabajo y ver lo que llega a la máquina. Debo estar al tanto de tres procesos: el del cargador, el de la máquina y el mío, especifica.

“Esta es una fábrica que no tiene día, horario, es muy productiva, con un colectivo muy bien llevado; siempre pensamos en el que está al lado y fuera de nosotros. Hemos apoyado en diferentes lugares, en circunscripciones donde atendemos a vulnerables.

“Soy la secretaria del núcleo del Partido del centro, eso me abarca un poco de tiempo; también soy coordinadora de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) en la zona donde vivo y además, allí, presidenta de la Comisión Electoral. Dedico tiempo a todo. Asumo varias responsabilidades, pero cumplo, busco la hora, la forma para lograrlo.

“Mi trabajo me encanta y creo que voy a morir aquí. Tengo 60 años, me voy a pasar un poquito más de la jubilación porque me siento fuerte y bien, solo con achaques de la edad porque he trabajado por la madrugada. Pudiera decir mañana me voy para otro lugar, pero aquí me siento bien.”

“Me gusta, esta es mi vida, mi padre era militar y me enseñó que la vergüenza es lo más grande que uno tiene y que cuando uno se compromete con el Partido y la Revolución tiene que seguir pa´lante, no puede echar pa´ atrás, ¿me entiende?”, pregunta sin esperar respuesta. “Hace unos meses que mi papá murió y después de muerto mucho menos puedo defraudarlo.

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