miércoles, 22 de noviembre de 2023

Amaneceres mojados



Por Marilys Suárez Moreno

Los niños y niñas emocionalmente saludables son infantes alegres, que juegan, corren, ríen, tienen buen apetito y duermen bien. Se adaptan al medio y comparten con sus amistades y colegas de aula diferentes actividades, que realizan con alegría y entusiasmo.

El niño y la niña mayores de cinco años que se orinan en la cama durante el sueño, sin duda alguna presentan algún tipo de trastorno. La enfermedad se define como enuresis y puede ser primaria, cuando nunca ha dejado de mojar la cama desde que nació, y secundaria, cuando ha dejado de hacerlo y comienza nuevamente a orinarse en la cama.

De acuerdo con la opinión médica, la enfermedad no responde necesariamente a algún tipo de debilidad en la vejiga o en los riñones, sino más bien a reacciones emocionales y hábitos negativos de conducta. Puede que existan causas orgánicas, pero por lo general son las actitudes inadecuadas formadas desde el nacimiento las causantes.

Conflictos familiares, situaciones emocionales inestables, pérdidas, mudanzas, un divorcio o cualquier circunstancia excitante, como el miedo, la llegada de un nuevo hermanito o el divorcio de los padres, entre otras muchas causales, pueden provocar inseguridad y llevar al infante a mojar la cama mientras duerme.

Este tipo de alteración psicológica resulta más difícil de tratar y requiere de la atención de un especialista. Se asocia, asimismo, a niñas y niños con falta de madurez o que viven en hogares desajustados, con familias disfuncionales, donde prevalecen conflictos, inconsistencias e inestabilidad emocional, según la opinión de expertos.

Estos afirman que la enuresis hay que tratarla como una enfermedad y no avergonzar al menor que la padece, como a veces hacen muchos padres. De hecho, lo primero que debe hacerse es llevar al menor al médico para ser valorado por un especialista y establecer un tratamiento adecuado. Es importante no administrarle nunca ningún medicamento sin la autorización o la prescripción del galeno.

Existen otras medidas que sí pueden tomar los progenitores del infante, como suspenderle la ingestión de líquidos a partir de la media tarde. Pero las limitaciones de líquidos no dará resultados si los mayores insisten mucho en ello o se los niegan cuando realmente tienen sed, lo que le producirá una tensión innecesaria que resultara peor.

De más está decir lo importante que resulta la colaboración infantil para evitar que esto se convierta en un conflicto para el menor y la propia familia. Se le debe explicar, decirle que cuando se cure podrá nuevamente beber los líquidos libremente y habituarlo a dormir temprano, sobre todo a niños y niñas que mantienen la costumbre del biberón de leche al dormir o en la madrugada.

Por supuesto, nunca pegarles ni castigarles, o ponerlos a lavar las sábanos como a veces hacen ciertas mamás. Mucho menos avergonzarles delante de los demás

El mojar la cama después de los cinco años debe resolverse con métodos educativos y creación de hábitos, conductas adecuadas, estabilidad y madurez del infante, además de la ayuda que pueden brindarle las personas adultas que lo rodean y un especialista, en caso de requerirlo.

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