Por Marilys Suárez Moreno
Javierito tiene tres años y ya campea por sus fueros por toda la casa. Se encarama sobre los muebles, pinta las paredes, tira al piso cuanto objeto encuentra a su paso, arranca las hojas de las plantas. Pero nadie osa requerirlo. “Es chiquito todavía”, se dicen, confiados en que el tiempo y la escuela lo educaran.
Craso error. Es desde las edades tempranas y en el seno del hogar donde se deben aprender las normas correctas de convivencia social .Por lo tanto, es un buen momento para iniciarlas y plantear los primeros límites, dado que el niño va creciendo y a los cambios físicos, psíquicos, emocionales, se unen otras necesidades: moverse, manipular objetos, explorar cuanto le rodea, jugar, preguntar.