Por Yuliet Teresa
Hay muchas formas de maternar. No hay una sola piel, una sola voz, una sola identidad que defina lo que es ser madre. Maternan las mujeres cis, las lesbianas, las trans, las personas no binarias. Maternan las que paren y las que crían. Maternan las que eligen, las que resisten, las que se inventan cada día una manera de sostener la vida. Sin embargo, el mundo insiste en imponer una sola narrativa, un modelo único, normado y estrecho que deja fuera la riqueza y la diversidad de las maternidades reales.
Ser madre —o no serlo— sigue siendo una decisión vigilada, juzgada, moralizada. En muchas culturas, el mandato de maternar se convierte en destino, no en opción. Y cuando se elige, casi nunca se elige del todo sola. Porque la maternidad viene cargada de exigencias, de expectativas, de responsabilidades que rara vez se comparten de manera justa.