Por Lianne Garbey Bicet
Cada 3 de junio, Cuba rinde homenaje a sus enfermeras y enfermeros, celebrando una profesión que es, en esencia, un acto de entrega y humanidad. Esta fecha, instaurada en 1923, recuerda la figura de Victoria Brú Sánchez, primera mártir de la enfermería cubana, quien falleció a los 42 años durante la epidemia de influenza de 1918. Su sacrificio y sentido del deber profesional simbolizan el espíritu de miles de mujeres que, desde entonces, han sostenido la salud de la nación.
La enfermería es, sin lugar a dudas, el corazón de cualquier sistema de salud. Detrás de cada diagnóstico, cada tratamiento y cada recuperación, hay una red silenciosa de profesionales que sostienen, cuidan y acompañan a pacientes y familias en los momentos más vulnerables de la vida. Sin embargo, la realidad laboral de las enfermeras y enfermeros dista mucho del reconocimiento simbólico y real que merece su labor.