Por Marilys Zayas Shuman
En un contexto donde la violencia de género deja de ser una realidad silenciada, Cuba emprende un camino decisivo hacia la articulación de un sistema nacional de atención más integral, sensible y territorializado. El segundo día del Taller del Proyecto “No Más”, celebrado en La Habana, reunió a equipos municipales, especialistas y representantes institucionales para consolidar una propuesta: definir una metodología para las consejerías comunitarias que convierta la experiencia local en una política replicable.
El proyecto “No Más” articula experiencias de seis municipios—El Salvador, Las Tunas, Guantánamo, Bayamo, Plaza de la Revolución y Marianao—que, desde sus contextos diversos, han construido acompañamientos cotidianos a mujeres víctimas de violencia.
La jornada funcionó como un espacio de reflexión y propuesta, donde se sistematizaron buenas prácticas, se identificaron vacíos y se delinearon los componentes que podría incluir una futura metodología nacional para el funcionamiento de las Consejerías Municipales de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
Entre las acciones definidas por las y los participantes destacan la sistematización de prácticas efectivas desarrolladas en los territorios, la definición de criterios de funcionamiento que garanticen calidad y coherencia y la identificación de actores esenciales en cada contexto.
Asimismo, se plantea la incorporación de metodologías participativas inspiradas en la educación popular y la articulación efectiva con los servicios intersectoriales de salud, justicia, atención social y educación. Esta propuesta busca fortalecer un modelo con vocación comunitaria y capacidad de respuesta ante situaciones de violencia.
La presentación de la Doctora Clotilde Proveyer, socióloga especializada en violencia de género y Coordinadora del Grupo Asesor de la FMC para estos temas, subrayó la necesidad de respuestas estructurales.
Basándose en datos del Observatorio Nacional de Igualdad de Género, compartió indicadores que dibujan un escenario preocupante. En 2024, Cuba registró un total de 76 femicidios, con una tasa de 1,79 por cada 100.000 mujeres, cifra que supera la reportada en 2023 (1,37).
Según el Observatorio, el 67,3 % de las víctimas fueron asesinadas por sus exparejas, mientras que el 74,5 % de los crímenes ocurrieron en el entorno del hogar, dejando a 55 menores en situación de desamparo.
Proveyer destacó que, a pesar de la gravedad de estos hechos, solo el 3 % de las mujeres que enfrentan situaciones de violencia solicitan ayuda institucional, lo que evidencia un problema estructural de atención y acompañamiento, así como la necesidad de fortalecer los mecanismos de prevención, protección y respuesta en todos los niveles.
“La violencia de género es un problema social serio, y uno de sus rostros más dolorosos es la impunidad. El momento más peligroso para una mujer es cuando rompe el vínculo violento,” sostuvo.
También alertó sobre el riesgo de revictimización en la atención institucional: “La víctima no puede seguir recorriendo sola todo el sistema. El servicio debe ponerse en función de ella, no a la inversa.”
Otro eje fundamental del análisis fue el papel que las consejerías deben ocupar en el entramado institucional. Se reconoció que, en muchos municipios, el déficit de personal especializado limita la respuesta integral.
Se propuso que la consejería se consolide como núcleo psicosocial del sistema de atención, capaz de articular orientación, derivación, acompañamiento emocional y seguimiento. La víctima debe saber con certeza a quién acudir, en lugar de llegar al azar.
“No es lo mismo tratar a una mujer como paciente que como persona. Si no hay sensibilidad, no hay solución,” apuntó la especialista, quien ponderó el papel central de la FMC en el desarrollo de estos espacios.
Consideró que, aunque los servicios integrales e integrados serán una responsabilidad estatal, es la FMC quien ha liderado históricamente la construcción de la estrategia nacional para la atención a la violencia de género, la implementación del Programa para el Adelanto de las Mujeres (PAM) y la gestión de proyectos de cooperación que impulsen estas políticas públicas.
“Los proyectos que acompañan estas rutas no son impuestos; son iniciativas gestionadas por la FMC, que tributan al mismo objetivo del Estado cubano: construir estructuras de acompañamiento reales y sostenibles,” señaló Proveyer.
Agregó que, desde sus Casas de Orientación a la Mujer y la Familia, el trabajo comunitario y las articulaciones locales, la FMC ha demostrado capacidad pedagógica, legitimidad territorial y vocación organizativa.
Durante el debate, se alertó sobre los riesgos en la atención a mujeres víctimas, que incluyen la superposición de funciones, duplicación de esfuerzos y mujeres atrapadas en recorridos burocráticos sin respuestas concretas.
Teniendo en cuenta que las consejerías de la FMC nacieron como espacios voluntarios, muchas veces sostenidas por el mismo personal que atiende las Casas de Orientación a las Familias, se propuso actualizar una única metodología para el trabajo de las mismas, que sea articuladora, que coordine desde protocolos comunes y metas compartidas, y que garantice la complementariedad.
En el cierre del segundo día del Taller, se propuso avanzar en la reelaboración de una publicación oficial que sirva como herramienta metodológica para el fortalecimiento y trabajo de las consejerías municipales, un documento que recoja los lineamientos para su organización, incluyendo la definición de funciones, estructura operativa y principios éticos de actuación.
Además, se propuso incluir buenas prácticas sistematizadas por territorio, con el propósito de visibilizar experiencias exitosas que puedan replicarse en otros municipios; protocolos de respuesta intersectorial orientados a mejorar la coordinación multisectorial; y un perfil del equipo profesional, donde se establecerán competencias necesarias, principios de formación, acompañamiento emocional y criterios de selección, así como estrategias de formación y sostenibilidad postproyecto.
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