viernes, 27 de junio de 2025

Un amor de tres y la moral patriarcal

 

Caricatura Osval


Por Yirmara Torres Hernández

La telenovela cubana Sábados de gloria, dio en el clavo en el tratamiento a temáticas de género que fueron desde el femicidio, pasando por la violencia de todo tipo, hasta el reconocimiento de la multiplicidad de familias que coexisten en nuestra sociedad.

Y lo hizo con una dignidad que deja un sabor de "gloria" en la mayoría de las mujeres cubanas, que constituyen además las seguidoras más fieles del espacio __aunque los hombre cubanos, hay que reconocerlo, se nos han convertido en unos telenoveleros_.

Pero las mujeres, sobre todo las de mediana edad, vimos, como pocas veces, nuestras problemáticas reflejadas en un seriado televisivo, sin medias tintas, con una mirada que no estuvo mediada por el machismo y los prejuicios.

Y esto tiene mucho que ver con la dirección de Tamara Castellanos, una actriz a quien hemos disfrutado por años en el espacio Cuando una mujer. Ya sabemos que en el éxito de un espacio como ese influyen muchos otros factores, pero, sin dudas _y lo remarco con toda intención_ la mano de Tamara está ahí.

En Sábados... cada uno de los asuntos fue tratado de una manera natural, con las connotaciones que exigía su gravedad. Y todo fue aceptado hasta por machistas empedernidos, incluso el hermoso amor homosexual de Isis y Melisa.

Todo iba bien con esta novela hasta que apareció la escena de tres. Ahí se despertaron todas las alarmas patriarcales y la doble y la triple moral empezaron a hacer de las suyas. De la subtrama que más dio de qué hablar en Sábados de gloria queremos comentar hoy en Una Mirada, de Casa Violeta.

En esos días en que la trama finalmente se desencadenó, un familiar, cuyo nombre me reservo, me estaba esperando como cosa buena, porque "tú eres periodista y debes saber a quién tengo que escribirle en la Televisión Cubana para quejarme, porque eso es una inmoralidad", porque "qué le estamos enseñando a las infancias", porque "ya es bastante con que en cada novela haya una pareja de homosexuales".

Lo miré y le dije: ¿inmoralidad, por qué? No entiendo.

Ah, ¿Por qué estás de acuerdo con eso? Me preguntó. ¡Eso es pronografía!, remató, como para que no quedaran dudas.

Yo respiré, pensé en cómo les gusta la pornografía a la mayoría de los hombres cubanos y en todos los comentarios y likes que veo que dejan conocidos míos, gente respetable, en redes sociales a fotos de mujeres desnudas. Y lo hacen de forma pública, como si no tuviera nada de malo, como si con eso no se irrespetaran a ellos mismos y no expusieran a sus parejas.

Y no es que condene nada de eso. Para nada, siempre que prime el respeto y la privacidad, pero ese sería tema de otro comentario.

Pues respiré y le dije: ¿acaso eso no sucede en la vida real? ¿Por qué pronográfico, si solo fue una insinuación?

Claro que sucede, pero no tienen que ponerlo en televisión nacional, fue su conclusión.

Luego me contó que sí había visto tríos, pero de un hombre y dos mujeres, que era incómodo eso de una mujer con dos hombres.

¿Y no te gustaría hacerlo?_ le pregunté, con pena, porque ya es una persona mayor_. Y claro que le hubiera gustado, aunque no logré que me lo confesara abiertamente.

Como sea, debates parecidos a este se suscitaron en la vida real y virtual en Cuba en esos días por el amor de tres que había nacido entre Paloma, Eduardo y Javier, personajes de la telenovela Sábados de gloria.

Detrás de quienes reprobaron la inclusión de esta temática radican fuertes prejuicios, que indican que este tipo de situaciones son llevadas en silencio y que exponerlas supone un escándalo.

Y eso sucede, incluso, aunque haya sido tratado de una manera respetuosa, con un romance que se vio nacer de a poco y que ya era esperado por la mayoría de los televidentes.

El amor de tres no fue presentado en Sábados de gloria como algo meramente sexual, sino como un acuerdo entre adultos que sintieron atracción emocional y también, por qué no, sexual.

Lo más llamativo para mí resultó que alarmara más el hecho de este amor de tres, que el femicidio, uno de los ejes centrales de la telenovela, y que dejó a una niña huérfana de madre, con un padre preso.

Me hubiera gustado que suscitaran los mismos debates la violencia del padre de Tonito, o la pederastía del tío de Rita.

Y me gustaría que aprendiéramos a valorar más la vida y la felicidad, que nos asombrara menos y respetáramos un poquito más lo diferente.

Esta telenovela que acaba de terminar, tocó con una seriedad y mesura, pocas veces vista en nuestros medios, temáticas de género que nos laceran como sociedad. Como dirían algunas profes, fue construida con "espejuelos de género".

Por eso me preocupa que sigamos siendo en gran parte un pueblo de mojigatos y mojigatas, que no aceptemos las muchas maneras de encontrar la felicidad en una pareja o en una familia.

Me asusta que nos escandalice tanto una escena en la que una mujer besa y ama a dos hombres en la misma cama. Están haciendo el amor, no la guerra. ¿A quién dañan con eso?

Ya sé que la moral patriarcal hay cosas que no acepta. No obstante, si Sábados de gloria contribuyó en algo a superar algún perjuicio, ya fue suficiente. Gracias a sus realizadoras y realizadores desde Casa Violeta.

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