Por Marilys Suárez Moreno
La celebración del Día internacional de los Trabajadores es en Cuba una verdadera fiesta de color y unidad de pueblo. Si bien no ocurre igual en muchos otros países, donde la fecha es punto de partida para demandas y exigencias de los obreros en sus luchas reivindicativas.
Acá, nuevamente, la fiesta del proletariado mundial encontrará motivaciones multiplicadas y no exentas de complejidades a ojos vista, dado el recrudecimiento del bloqueo y las carencias e insuficiencias económicas que provoca el anacrónico cerco y que complica y complejiza nuestra cotidiana existencia, amén de otras insuficiencias que no ignoramos.
Una vez más, los afiliados y afiliadas de los diferentes sindicatos y sus familias, alistan fuerzas y bríos para la venidera fecha, que, como en años anteriores aunará a la masa laboral del país, lista desde ya, para el convite proletario.
Por eso, el primer día de mayo nunca será agorero, sino esperanzador y valorativo de la grandeza humana, la solidaridad y el altruismo de nuestro pueblo que celebra el Día Internacional de los Trabajadores reconociendo el quehacer infinito de sus mejores hijos e hijas desde sus diferentes trincheras.
De hecho y como acostumbramos, ya se engalanan centros laborales, comunidades y plazas para la gran fiesta, a la par que se reconoce el quehacer laboral de la masa trabajadora y dirigentes destacados, se despliegan iniciativas y jornadas de trabajo voluntario en cosechas, plantaciones, fábricas y centros de trabajo.
Protagonista de nuestras luchas cotidianas, la Federación de Mujeres Cubanas ( FMC ), no estará ajena al convite de la clase obrera y desde ya enaltece la fecha proletaria con un trabajo más personalizado en sus bases y delegaciones, al tiempo que se prepara para desfilar junto con todo el pueblo, en una expedición a lo profundo de la unidad, el patriotismo, la sensibilidad y el sentido humanista que nos identifica y que de ninguna manera podemos olvidar.
Un Primero de Mayo a la que la Cuba de hoy pone fuerzas y empeños para tratar de paliar el complejo panorama económico que nos golpea y salir adelante, como desea su pueblo.
Como en tantas otras ocasiones, se demandará por billonésima vez el cese del más que sexagenario y anacrónico cerco que nos asfixia y que, de manera especial, sufren en su cotidianidad las familias cubanas.
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