Fotos de autora y cortesía de la entrevistada
Por Yadira Núñez Figueredo
La impronta de mujeres cubanas como Celia Sánchez Manduley inspira a muchas camagüeyanas quienes, desde diferentes posiciones, irradian ternura, exigencia y humanismo.
Para la doctora Tamara Chaos Correa, rectora desde hace cinco años de la Universidad de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay, de Camagüey, valores como los que distinguieron a la Flor autóctona de Cuba, resultan esenciales en momentos de gran complejidad socioeconómica.
De Celia habla con orgullo, pues no es posible recordarla sin destacar su lealtad hacia el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, a quien acompañó en etapas transcendentales de la Revolución.
Graduada hace 28 años de la carrera de Medicina en esa propia institución, Chaos Correa inició su vida laboral en los servicios médicos del Ministerio del Interior, donde permaneció por cinco años y realizó la especialidad de Medicina Familiar, hasta que a finales de 2004 se trasladó a trabajar a la Universidad de Ciencias Médicas del propio territorio.
Aunque su vocación siempre ha sido la Medicina, a Tamara la motivó mucho regresar al lugar donde se formó, y en el cual ha transitado por importantes responsabilidades, entre las que mencionó su labor como funcionaria en la Facultad de Medicina, vicerrectora académica y actualmente rectora de esa Casa de Altos Estudios.
Durante este período ha podido imbricarse en procesos importantes como la organización de jornadas científicas estudiantiles, exámenes de premio, encuentros de conocimientos, ubicación laboral, así como la acreditación y reacreditación de carreras y especialidades.
Rumbo a sus 45 años la Universidad de Ciencias Médicas, aseguró mejorar indicadores que serán evaluados por la Junta de Acreditación Nacional en 2026, en el camino para alcanzar la excelencia.
Aunque considera que la institución siempre tiene que apostar por nuevas metas, reconoció que esa universidad goza de prestigio nacional, pues tiene como fortalezas su claustro, un consejo de la Federación Estudiantil Universitaria entre los más destacados de Cuba, una formación doctoral consolidada con 26 nuevos egresados el pasado año, así como relevantes premios de la Academia de Ciencias de Cuba, y en especial la Orden Carlos J. Finlay.
Natural de Villa Clara, Tamara se trasladó muy pequeña hasta Camagüey, donde construyó una familia, que ha sido soporte indiscutible en su vida laboral.
De sus padres azucareros, su esposo profesional de las batas blancas y sus dos hijos no puede hablar sin que afloren lágrimas de gratitud por el acompañamiento, la comprensión y la ayuda incondicional.
En ese seno aprendió y cultiva, al mismo tiempo, la consagración, la entrega a cada tarea y el deseo permanente de despertar cada día con una nueva aspiración.
Sin embargo, ese no es su único hogar, pues en la universidad médica también ha concebido una segunda casa y una familia mucho más grande, que se distingue por su calidad profesional y humana.
En las aulas, añade, es donde puede palparse el esfuerzo constante por formar los recursos humanos con total apego al humanismo.
Y es que cuando se opta por una carrera de las ciencias médicas, afirmó, resulta imprescindible asumir como propio, el dolor ajeno, sobre todo en tiempos como estos, donde en los diferentes escenarios asistenciales se realiza una tarea heroica para aliviar al paciente con el mínimo de insumos.
Para ella, escuchar a los demás, brindar una respuesta oportuna, vestir elegante para un acto, coger una escoba para barrer en algún trabajo productivo, bailar junto a sus estudiantes, ser compañera y comprender los problemas que afectan a sus trabajadores en medio de un contexto muy tenso, constituyen códigos muy necesarios en su gestión al frente de la Universidad de Ciencias Médicas.
Al realizar un recuento del quinquenio, en el cual inició la tarea en la etapa de la COVID-19, catalogó como logro especial su titulación como doctora en Ciencias de la Educación y la obtención de la categoría docente de Profesora Titular, a lo que se le añaden reconocimientos como la distinción Por la educación cubana y la medalla Manuel Piti Fajardo.
Tamara es una mujer excepcional; no lo asegura ella, por su puesto, lo demuestran su ejemplaridad, el respeto hacia los demás, el arte para cohesionar el trabajo en equipo, y su acierto en combinar el traje de rectora con accesorios como la ternura, la exigencia y el humanismo.
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