Por Marilys Suárez Moreno
En el verano de 1910, celebrándose la Segunda Conferencia de Mujeres Socialistas, en Copenhague, Dinamarca, se proclamó el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. Fue el colofón de múltiples vivencias de las trabajadoras del mundo a lo largo de décadas de trabajo y conflictos de clase; también de las sufragistas y de las batallas de los pueblos por la independencia y la paz.
Clara Zetkin, quien lo propuso, diría años después en carta a su hijo Máximo: “El Día Internacional de la Mujer me ocasionó un trabajo agobiante”. Un trabajo perseverante y diario que la mantuvo ocupada por años en un siglo que se caracterizó por el despertar de la conciencia femenina, ya que con el correr de los años, en muchos países, las mujeres representaban una parte considerable de la fuerza de trabajo y eran portadoras de sus vivencias laborales y personales, de sus luchas, como el derecho al sufragio, a la paz y a la independencia.
La proposición de Clara Zetkin, destacada dirigente alemana del movimiento femenino internacional y comunista mundial, fue acogida con entusiasmo por las participantes en aquella Conferencia de Mujeres Socialistas en la que no solo estaban representados los Sindicatos y los Partidos Socialistas, sino también las uniones, asociaciones femeninas y clubes de trabajadoras.
El alcance que tuvo la idea de la Zetkin de celebrar una jornada internacional reivindicadora de los derechos femeninos a votar y a ser elegidas, por ejemplo, tuvo su primera clarinada un año después, dando surgimiento oficial a la fecha.
Aquel año, varios países europeos celebraron por primera vez el 8 de marzo. Más de un millón de mujeres de Dinamarca, Alemania, Austria y Suiza reivindicando su derecho a votar, al trabajo y a una vida de paz y felicidad, marcharon por las calles de sus respectivos países. Durante los años 1910 a 1914, Clara Zetkin llevó a cabo una valiente campaña en contra de la I Guerra Mundial, un año después organizó en Berna, Suiza, la Primera Conferencia Internacional contra la Guerra.
Pero lo que cuenta hoy es el día especial y único que une e identifica a todas las mujeres en ese afán de un mundo más justo y por una vida en igualdad de derechos y oportunidades. Esa batalla fue prédica recurrente en Clara Zetkin, quien desde las filas del Movimiento Revolucionario Alemán dedicó su vida a luchar por el bienestar de las obreras y en contra del militarismo prusiano, como delegada al Congreso Internacional Obrero de París en 1899, clamó también por los derechos femeninos.
Con el paso de los años, el Día Internacional de la Mujer se celebró en más países y en la actualidad constituye una jornada de lucha y recuento para las mujeres del planeta y también de celebración y homenajes, como en Cuba, donde las mujeres miran la vida con ojos de igualdad y optimismo, sabiéndose protagonistas activas de sus propias vidas y pilares de la sociedad. A Clara Zetkin, una mujer de todas las épocas, le quedó esa gloria.
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