Por Marilys Suárez Moreno
Haydée Tamara Bunke Bider era su nombre, aunque tuvo muchos otros en su corta vida de revolucionaria, y pasó a la posteridad bajo el nombre de Tania la Guerrillera. Nacida en Argentina hace 57 años, país, donde sus padres, comunistas alemanes, se habían asentado tras la llegada nazi al poder.
La víspera del 31 de agosto de 1967 una compañía de soldados dirigida por el capitán Mario Vargas se apostaba en dirección a Masicuri, ultimando los detalles de la emboscada. La delación del campesino Honorato Rojas, un lugareño de la zona, los había llevado hasta el lugar conocido como puerto Mauricio, donde esperaban que el grupo guerrillero conducido por Joaquín, el cubano Vitalio Acuña, cruzaran el vado del río para emboscarlos y asesinarlos.
A poco de internarse en las aguas del río, una lluvia de balas los recibió. Entre los primeros en caer estaba Tania, la muchacha de la guerrilla del Che, la mujer guiada por sus ideales revolucionarios y su admiración por el revolucionario argentino Ernesto Che Guevara, cuya historia, primero como expedicionario del Granma y luego con las tropas rebeldes dirigidas por Fidel en la Sierra Maestra, conocía bien y admiraba más.
Allí, en Vado del Yeso, se extinguió su vida tras ser atravesada por una bala en el pulmón. En la mochila que cargaba unos cuantos discos de su preferencia y una poesía: ¿Nada será mi nombre alguna vez¿ ¿Nada dejará en pos de mi en la tierra? Al menos flores, al menos cantos...
Durante dos años trabajó pacientemente en Bolivia, preparando el terreno para el grupo guerrillero que allí operó y luego, integrada al llamado grupo o pelotón de La Resaca, empuñó el fusil como un guerrillero más.
Haydée Tamara Bunke Bider había nacido en Argentina en 1919, país, donde sus padres, comunistas alemanes, se habían asentado tras la llegada nazi al poder. Era una mujer cuyo compromiso con la Revolución cubana fueron determinantes para que formara parte del proyecto guerrillero de Ernesto Che Guevara en Bolivia.
Ita, como ella misma se decía cuando apenas se empinaba del piso, se estableció en Alemania cuando sus padres regresaron al país.
Allí cursó el bachillerato y militó en las filas de la Juventud Libre de Alemania, manteniéndose, por demás, muy informada de lo que acontecía en América Latina y en Cuba, tras el triunfo de la Revolución.
Era una joven idealista con muchos sueños e ilusiones y altas metas que cumplir. Gustaba de la música, en especial de la folclórica, hablaba varios idiomas y vivió apenas 30 años, pues la asesinaron cuando contaba 29 de edad. Su historia es bien conocida por las y los cubanos, aunque también ha sido muy tergiversada en todo el mundo, valga decirlo.
A Cuba arribó la joven argentina-alemana-cubana en 1961 y enseguida se hizo miliciana y estudiante de Periodismo en la Universidad de La Habana, además de trabajar como traductora para el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) y el Ministerio de Educación, pero los cuatro años vividos en La Habana los pasó casi todo el tiempo en la sede de la Federación de Mujeres Cubanas, donde cosechó mucho cariño y admiración tanto por su laboriosidad como por los entrañables lazos que hizo con la mayoría de las compañeras que entonces trabajaban en su Dirección Nacional.
Cuando partió de Cuba en 1964, convertida en Laura Gutiérrez Bauer, de profesión Etnóloga, especializada en Antropología, iba con la encomienda de mantener las bases urbanas para la guerrilla que se preparaba en Bolivia.
En uno de sus viajes al Campamento del Che fue delatada y se vio obligada a quedarse en la guerrilla, destinándose al grupo o pelotón de La Resaca, que comandaba Vitalio Acuña, Joaquín.
Sus restos fueron encontraros 31 años después en una zona de Valle Grande, en Bolivia, el 20 de septiembre de 1998. Hoy descansan en Cuba, en el Mausoleo del Che en Santa Clara, al lado de su jefe, el inolvidable Guerrillero Heroico y sus compañeros del Destacamento guerrillero que allí se honran.
No faltan las flores, las visitas ni los cantos revolucionarios del pueblo cubano que la acunó como hija propia y la de visitantes de muchos lares que glorifican la entrada a la inmortalidad del Che y su guerrilla y la de la única mujer que la integró.
Desde entonces, Tania La guerrillera, pasó a la historia convertida en leyenda. Su vida de luchadora internacionalista siguió la ruta del Guerrillero Heroico por la selva boliviana y hasta dicen los lugareños que en los días de niebla, una joven mujer emerge del río que le sirvió de lecho en su muerte.
Su nombre multiplicado en la Isla rebelde como Tania, lo llevan hoy niñas y mujeres cubanas de todas las edades y lo honran escuelas de diferentes enseñanzas de un confín a otro de Cuba.
La Tamara Bunke convertida en Tania La Guerrillera, prestigia cooperativas, brigadas femeninas en la agricultura, talleres textiles, cooperativas y fábricas desde el Cabo de San Antonio a la Punta de Maisí, convirtiéndose en historia viva.
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