jueves, 8 de agosto de 2024

Amamantar: obligación y satisfacción



Por Marilys Suárez Moreno

Ese acto repetido durante siglos en distintos confines del orbe va mucho más allá del simple hecho de alimentar al recién nacido; es obligación y satisfacción para las madres, ya que contribuye a trasmitirle al bebé confianza, seguridad, amén de que, emocionalmente lo ayuda mucho, por el intercambio de caricias y miradas que se establece entre la madre y su hijo o hija.

Y justamente esta primera semana de agosto el mundo celebra la semana Mundial de Lactancia Materna, iniciativa tendente a fomentar el amamantamiento y a mejorar la salud de las y los bebés.

La propuesta fue aprobada en 1990 por decisión de la Alianza Pro Lactancia Materna (WABA), en coordinación con la UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS), y promueve la lactancia natural como vía para proporcionar a los recién nacidos los nutrientes y líquidos que requieren en cantidad y calidad suficientes. Además de hacerlos más resistentes a las infecciones diarreicas y respiratorias, fundamentalmente por los anticuerpos y sustancias protectoras que posee la leche materna.

Lo recomendable es iniciar la lactancia pocos minutos después del parto, pues la succión del bebé logra que baje el calostro, la primera leche muy escasa, densa y amarilla, verdadero extracto de alimento con elevado valor nutricional, capaz de proveer en esas primeras horas de vida de los nutrientes necesarios para una mayor inmunidad.

Las evidencias benéficas de la lactancia inmediatamente después de parir no solo es enriquecedora para la criatura, sino que estimula la liberación de una hormona llamada exitocina, que ayuda a contraer el útero, expele la placenta y reduce el sangrado de posparto.

Un niño o una niña que se alimente con leche materna exclusiva hasta los seis meses está recibiendo un pasaporte de supervivencia, salud y crecimiento.

Se sabe que a la gran mayoría de las y los lactantes tienen menos riesgos de contraer algunas enfermedades crónicas, pues la leche de la madre será siempre la más saludable para el bebé, ya que no solo le evita la morbilidad y mortalidad y promueve su desarrollo físico y cognitivo, sino que ese contacto físico único proporciona un estímulo psicosocial casi mágico, pues va mucho más allá del simple hecho de alimentarlo para convertirse en la más íntima de las satisfacciones.

Pero la lactancia materna no debe verse solo como la interrelación madre-hijo o hija: es mucho más. Para lograr que esta sea exitosa, es necesario contar con el compromiso y el accionar del padre y también del resto de la familia. Se requieren acciones concretas en el hogar que permitan a la madre descansar y alimentarse adecuadamente, además de recibir cariños y estímulo para tan importante misión.

Un bebé alimentado con la leche de su madre será siempre más saludable, porque ese alimento es como un escudo protector, garantía de vida y salud. Además de obrar la maravilla de hacer sentir a la criatura protegida; en fin, más querida y feliz.

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