miércoles, 29 de mayo de 2024

Pasaporte de supervivencia


Por Marilys Suárez Moreno

Amamantar al bebé no debe verse solo como la interrelación madre-hijo, algo que de por sí resulta esencial y gratificante para las madres. Ese acto, repetido durante siglos, contribuye a trasmitirle al bebé confianza y seguridad, además de establecer una complicidad íntima, mágica, entre la madre y el fruto de su ser. Caricias, miradas, mimos y arrullos resultan también componentes esenciales de ese intercambio recíproco y necesario para la salud emocional de la criatura.

Lo recomendable es comenzar a lactar al recién nacido a los pocos minutos después de haber nacido, pues la succión logra que baje el calostro, la primera leche, muy escasa, densa y amarilla, verdadero extracto de alimento con elevado valor nutricional, que proporciona gran protección contra las infecciones, además de asegurar los nutrientes precisos para el nuevo ser.

El acto de amamantar no solo resulta enriquecedor para el bebé, sino que estimula en la madre la liberación de una hormona llamada exitocina, que ayuda a contraer el útero, expele la placenta y reduce el sangrado de posparto. Es también cumplir otro de sus derechos, por el cual se esfuerzan en nuestro país el Ministerio de Salud Pública y organizaciones como la Federación de Mujeres Cubanas y, a nivel global, la Organización Mundial de la salud (OMS), así como el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

Precisamente, estas dos últimas organizaciones aprobaron en 1990 la propuesta de la Alianza Pro Lactancia Materna (WABA) de celebrar anualmente una Semana Mundial de Lactancia Materna, como vía para fomentar el amamantamiento como la mejor opción de salud. La leche materna, por demás, resulta suficiente y está disponible a cualquier hora.

Un niño o una niña alimentado con leche de la madre hasta los seis meses está recibiendo un pasaporte de supervivencia, salud y crecimiento. Se sabe que la gran mayoría de los lactantes y niños pequeños amamantados tienen menos riesgos de contraer algunas enfermedades crónicas. Además de hacerlos menos vulnerables a las infecciones diarreicas y respiratorias, fundamentalmente, por los anticuerpos y sustancias protectoras que posee esa leche, netamente natural. Amamantarlos será siempre la más saludable opción para el bebé, pues evita la morbilidad y mortalidad y promueve su desarrollo físico y cognitivo. Un contacto físico único que proporciona un estímulo psicosocial que va más allá del simple hecho de alimentarlo para convertirse en la más íntima de las complicidades.

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